Pedro Casado

La deriva total y absolutamente suicida del casadismo contra Ayuso solo puede explicarse desde las pasiones más irracionales y arrebatadoras del ser humano

Marcial Vázquez

Jueves, 17 de febrero 2022, 23:16

Uno de los modelos favoritos de la literatura de ciencia ficción política es el votante 'racional', aquel ciudadano que vota con la lógica y apoyando ... siempre al partido que más puede beneficiar a sus intereses, como si fuera una calculadora. De esta línea, obviamente, sale también el político racional, aquel que busca hacer el bien conforme más se acercan las elecciones para que así el elector vuelva a apoyarle en las urnas. No sé si alguna vez se dio en este mundo la conjunción de estas dos figuras que demostrarían la posibilidad de esa democracia ilustrada y racional que tanto piden los intelectuales del centro liberal ciudadano, pero desde luego en nuestro país ni está, ni se le espera.

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Ya advertimos que la jugada de adelantar las elecciones regionales de Castilla la Vieja fue una de las mayores estupideces que se han producido en toda la historia de nuestra democracia, pero lo que está pasando una vez comprobada la monumental chapuza estratégica de Teodoro Casado sobrepasa cualquier lógica política y cualquier intento de supervivencia partidista.

Justo cuando el PP se enfrenta a esa encrucijada que Pablo Sánchez había tratado de evitar –tener que pactar un gobierno con Vox para poder gobernar– parece que en Génova están dispuestos a facilitar que Pedro llegue al 2050 si este le apeteciese acabar como Franco, es decir, muriendo en la cama del poder. Eso sí, veo imposible que a su entierro vayan tantos españoles a despedirlo como hicieron con el Caudillo.

La deriva total y absolutamente suicida del casadismo contra Ayuso solo puede explicarse desde las pasiones más irracionales y arrebatadoras del ser humano, cuando los celos, la envidia, la impotencia y el egocentrismo más suicida llega a cegar de tal manera que estás dispuesto a arrasar con todo creyendo que vas a conseguir salir victorioso. Lo malo de esto es que, por muy ciego que esté uno, no se corresponde con la visión de los demás, que ven de manera muy clara la deriva enloquecida de un político incapaz de controlar sus instintos más inmorales y aplicar la racionalidad más práctica para llegar o conservar su propio poder.

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Sobrepasa cualquier lógica política y cualquier intento de supervivencia partidista

Lo que están haciendo Pablo y Teodoro contra Ayuso está a la altura de aquella famosa urna tras la cortina que Pedro Sánchez quiso sacar cuando aquel famoso comité donde fue expulsado de la secretaría general del partido; lo malo es que la operación no terminó de la única manera posible para la victoria absoluta del socialismo democrático que quedaba entonces y para el futuro más inminente de los españoles: la expulsión definitiva del partido del insensato sin escrúpulos. En esto, desde luego, tuvo razón ese oportunista encantado de conocerse llamado Borrell –del cual solo pueden hablar bien quien no lo conoce–: fue una operación diseñada por un sargento chusquero.

Pero ahora ese chusquero está en el PP y viene de Murcia, con mamporreros varios a su servicio, empezando por uno de los tipos más amorales y siniestros llegado desde Ciudadanos. Claro que Teodoro jugaba con aquella máxima sostenida por los intelectuales de guardia de Génova para explicar que lo único que importaba era desalojar como fuese a Pedro Sánchez de la Moncloa, aunque fuese para que llegasen Pablo Sánchez y Teodoro Redondo como recambios.

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La realidad es que Casado y su ejecutor se han convertido en un problema para nuestro futuro como democracia y como país, y para la misma supervivencia de la derecha moderada, de difícil solución, porque la única que existe a estas alturas es que dimitan y desaparezcan de la vida pública. Teodoro está a la altura intelectual de Lastre y moral de Simancas. Y a Casado se le está poniendo cara de Pedro, pero no del Pedro presidente, sino del Pedro sin escrúpulos. Este país no puede permitirse el lujo de pasar de Sánchez a Casado, y lo que quede del PP tiene en su mano hacer de manera correcta lo que el PSOE hace años no supo terminar.

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