Imagino, atento lector, la cara de hastío que puede producirle el título de este artículo con solo leer la palabra 'pandemia', que desde hace más ... de un año inunda todos los días los medios de comunicación. Si se unieran todas las columnas aparecidas en la prensa durante este tiempo supongo que darían la vuelta, posiblemente más de una vez, a nuestro planeta. Y lo peor, describiendo un panorama deprimente y sombrío de cara al futuro. El hartazgo es comprensible. Por lo mismo, les anticipo que las siguientes líneas se plantean desde otra óptica, la que revisa las oportunidades que se desprenden de toda situación de crisis.
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Soy consciente de la sorpresa irritante que este planteamiento puede suscitar en la mayoría de artistas y agentes en general, de aquellos para los que la actividad cultural precisa de la asistencia del público. Relación cuya ausencia deploro, porque sin duda es lo que más contribuye a ese aspecto sombrío de esta situación que vivimos. Sin embargo, no por ello se ha dejado de generar cultura y también de consumirla. La vida recluida a la que nos vemos abocados es propicia para los iniciados a incrementarla y para los poco o nada aficionados, la posible ocasión de un descubrimiento feliz y placentero. En correspondencia, los centros productores: Museos, Bibliotecas, Conservatorios, Centros e Institutos de Investigación… se han visto empujados a idear nuevas formas de hacer llegar sus contenidos al público.
El incremento de la lectura y por consiguiente el de la edición, bien sea en el tradicional formato en papel o en digital, parece confirmarse como consumo preferido junto al de la imagen. Este último, en el contexto generalizado de la 'cultura de la imagen' que caracteriza a la sociedad moderna y postmoderna, ha experimentado, no ya un aumento material en la producción digital, sino las innovaciones formales en su presentación. Las redes sociales, el gran canal por el que circulan todas estas manifestaciones, nos inundan a diario con un caudal no siempre de la calidad y fiabilidad que merezca nuestra atención, problema arrastrado e inherente a una cultura de masas a la que va unida indisolublemente la cultura de imagen. Pero, aun así, para un amplio sector social, consumidor habitual de las manifestaciones presenciales, y sobre todo, para aquellos que por imposibilidad o dificultad laboral no lo hacían, los formatos digitales en las condiciones de confinamiento suponen una excelente y oportuna ocasión de mantener un hábito, de incrementarlo o de descubrir nuevos conocimientos.
Circunscribiéndome a nuestro entorno y al ámbito académico que conozco, la Universidad de Jaén y el Instituto de Estudios Giennenses, principalmente, pero sin olvidar tampoco otras entidades, como el Museo Provincial, la Real Sociedad Económica de Amigos del País o Fundación Caja Rural, no solo no han abandonado sus programaciones, sino diría que se han multiplicado en el esfuerzo. Memorable en ese sentido es la actividad desplegada por el Vicerrectorado de Proyección de la Cultura y Deporte de la UJA, que ha mantenido su plan de exposiciones temporales de piezas singulares, combinando la visita presencial, siempre restringida, con el apoyo de conferencias, entrevistas y presentaciones difundidas mediante grabaciones audiovisuales. Piezas como el Hércules de Alcalá la Real o el Mercurio de Cazorla, ambas obras romanas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, pueden ser revisitadas a través de dichas grabaciones, acompañadas por los comentarios de notables especialistas. O la espléndida tabla de la Sagrada Familia, de Pedro Machuca, estante en la Catedral de Jaén, que ha generado incluso una serie de publicaciones, de pronta aparición, en torno al célebre pintor, figura señera del Renacimiento en España. Sin renunciar tampoco a la convocatoria anual del certamen de pintura, ya muy consolidado en el ámbito nacional; las muestras monográficas de artistas reconocidos, como Chema Cobo, o la promoción de jóvenes jienenses como Miguel Scheroff, que actualmente puede verse en la Sala de Exposiciones del antiguo edificio de Magisterio en Jaén. Conciertos musicales o representaciones teatrales utilizan estos mismos formatos para su difusión. De este modo, la visualización cultural de la Universidad de Jaén está a través de las redes sociales al alcance de una mayoría.
Investigación y exposiciones
En paralelo, la UJA a través de sus Centros y entes de Investigación en Patrimonio material, como el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica o la Cátedra Andrés de Vandelvira, no cesan en su labor diaria, aflorando nuevos descubrimientos como la reciente villa romana de Rus; los informes y asesoramiento en intervenciones en bienes monumentales por parte de historiadores medievalistas y de Historia del Arte (Fuente de Martos, Convento de La Guardia o iglesia de San Miguel de Jaén) así como la realización de congresos y reuniones científicas.
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El Museo Provincial de Jaén, que no ha cerrado sus puertas, ha organizado también importantes exposiciones retrospectivas de artistas de la ciudad, como la de David Padilla y la de Manuel Kayser, esta última patrocinada por Fundación Caja Rural, verdaderos acontecimientos sociales, pese a la limitación de asistencia.
El IEG, por su parte, ha utilizado la modalidad de 'Mesa redonda' para plantear temas y problemas actuales en torno a la provincia, como objetivo fundamental de sus planteamientos culturales, igualmente difundidas 'online', con grabación simultánea sin tampoco renunciar a la convocatoria anual del Premio de Pintura 'Emilio Ollero' o al prestigioso Premio Internacional de Piano 'Ciudad de Jaén', que en estos días alcanza su 62 edición, organizado por el Área de Cultura de la Diputación Provincial. Sin duda, metafóricamente, las más 'sonoras' teclas culturales de Jaén, difundidas ahora mismo al mundo entero.
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