#notodovale por conseguir audiencia

Líneas discontinuas ·

Cualquier iniciativa que tenga como objetivo concienciar a la mujer de que no debe soportar la violencia machista y que, por lo tanto, puede denunciar y alejarse de su maltratador debe ser bien recibida. Otra cosa bien distinta es convertir el dolor en espectáculo para conseguir audiencia. Medina y Agudo se pronuncian.

ERNESTO MEDINA RINCÓN Y ANTONIO AGUDO MARTÍN

Jaén

Sábado, 27 de marzo 2021, 19:36

Ernesto Medina Rincón

Ay, mi Rocío

La dignidad de una persona vale dos millones de euros. Que es lo que le han pagado a la hija de Rocío Jurado y Pedro ... Carrasco -no se le conocen a la protagonista del docudrama emitido en Telecinco más méritos personales o profesionales- por contar sus miserias familiares. Es posible que si la cifra del cheque hubiera sido mayor el desparrame de la susodicha habría desperdigado más casquería para refocile de los espectadores. Los cuales se colocaron ante la pantalla para propiciar a la cadena televisiva un cuarenta por ciento de audiencia. Para que nos entendamos, maestro Agudo, cuatro de cada diez españoles que veían la televisión a esa hora seguían la exposición de Rocío Carrasco Jurado.

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A continuación, finos analistas políticos, sociólogos de renombre y expertos en derecho tales como Belén Esteban, la princesa del pueblo, -¡qué bajo han caído el pueblo y los cuentos de hadas!- o Jorge Javier Vázquez extrajeron conclusiones a tal punto sesudas que obligaron a una ministra de Podemos, Irene Montero, y a políticas de todo el espectro a manifestar cuanto antes que el contrario su apoyo con el lema, 'Rociíto, yo sí te creo'.

Quiso la fortuna que mi televisor se rompiera hace ya dos años sin que haya sido sustituido. Lo cual evita que haya de someter mi carne débil a la tentación de participar en esa podredumbre. Bajo el mandato del tema propuesto por el alma mater de esta sección, Remedios Morente, me he visto a obligado a consultar algún artículo en los periódicos digitales para entender el asunto. No hay sentencia condenatoria contra el exmarido. Sus hijos, mayores de edad, rompieron con la madre, condena mediante de uno de ellos. Pero las gradas del anfiteatro, alentadas por cónsules de dudosa reputación, ya han decidido quién es la nueva gladiadora triunfante y quién debe ser arrojado a los leones.

Ignoro en mi ignorancia, ante unos tiempos que me superan, si este suceso favorece las reivindicaciones de los hombres españoles, ya sean mujeres o varones, en pro de la igualdad y de la erradicación de la violencia de sexo. Lo que tengo claro es que la perversión de muchos medios de comunicación arroja carnaza a las hienas. Proceso legítimo puesto que se trata de un negocio. Lo que me preocupa es que la sociedad consuma estos productos -Sálvame, La isla de las tentaciones, et alii- babeando de gusto. He aquí un virus mortal.

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Antonio Agudo Martín

La arena del corazón

Ambos pierden. Leones y cristianos son devorados por la insaciable Roma. El circo se lo traga todo y vomita despojos y vísceras a una multitud que siempre quiere más. Más leones. Más cristianos. Más sangre. Más espectáculo.

No niego que Telecinco haya protagonizado una auténtica revolución de contenidos: romper la cuarta, la quinta y hasta el resto de paredes para crear un producto que les funciona a las mil maravillas. Un estilo de hacer televisión que cuenta con un universo propio lleno de personajes que el canal va creando, mimando y reciclando hasta que no den más de ellos. Personajes que se generan en las probetas de programas surgidos como una suerte de incubadora de influencers, modelos y aspirantes a vivir del cuento del cuerpo. Gentes que serán sustituidas por otros seres hambrientos de fama y dinero fácil cuando el share así lo indique.

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Y la verdad es que la Mila haciendo la croqueta, el baile chuminero de Lidia Lozano o el estilismo imposible de Karmele eran muy divertidos. Jorge Javier, en modo sumo sacerdote, ordenaba cada día la liturgia vespertina con una notable capacidad de reírse de sí mismo y un punto de mala leche que hacía que te quedarás a ver las absurdas aventuras de paparazzis reconvertidos, periodistas de melodramáticos aspavientos y un sinfín de novios, amantes, cuñados, chóferes, famosos de medio pelo y reporteros de guardia cuartelera en la puerta de la Pantoja.

Pero lo de Rocío Carrasco y su familia abierta en canal, a mi juicio, va más allá de un programa del corazón cuando se juega con tantos corazones rotos por alcanzar más y más audiencia. El Show de Truman no era tan descabellado. Ahora se retransmiten vidas que sólo lo son mientras están en pantalla. Las cámaras van de la cama, al excusado borrando toda intimidad.

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Mientras una mujer se desmoronaba ante las cámaras rota de dolor el graderío jaleaba y en pantalla se colocaban encuestas para que el «respetable» votara si la razón la tenía ella o su exmarido. La centrifugadora de vísceras sigue funcionando con las aportaciones interesadas de unos y de otros mientras que los audímetros se pulverizan, se montan tribunales de mesa camilla y se banaliza la tragedia de los malos tratos mientras Roma continúa haciendo honor a la fama de su circo máximo: más leones, más cristianos para que el pueblo y la audiencia siga rugiendo frente a la pantalla de televisión.

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