En política es muy necesario saber distinguir entre lo poco posible y lo imposible; muchos de los errores de cálculo vienen de confundir esos términos, ... como, por ejemplo, cuando yo sostenía que era imposible que Pedro Tramp llegase a ser presidente del Gobierno. De la misma manera, podría decirse, habría apostado a que entre los defectos de Ciudadanos nunca se encontraría la demagogia o el populismo. Sin embargo, una vez más me equivocaría. Ahí tenemos esa campaña, no sé si suicida o desesperada, de Arrimadas consistente en encabezar una cruzada contra funcionarios y pensionistas con el objetivo de ganarse el voto de los jóvenes. Por supuesto que es innegable que existen varios problemas muy preocupantes –como la sostenibilidad de las pensiones o los bajos salarios de los empleos privados– pero que lejos de denunciarlos y demostrar que el Gobierno sanchista podemita ha presentado unos presupuestos falsos, irreales y solo destinados a la inversión en la bolsa electoral que se nos avecina, en Ciudadanos han decidido que es buena idea culpar a empleados públicos y jubilados de las malas condiciones del mundo que habita ahora la gente joven, como si los 'no jóvenes' nadásemos en la abundancia.
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Causa sorpresa cuando uno observa a los notables de Cs y sus palmeros en redes aclarar que Arrimadas no ha hecho un discurso contra nadie, sino que le ha dicho «la verdad» a los españoles. Es un ejemplo más de esa autocomplacencia que mata sin remedio a partidos que se creen tan imprescindibles y necesarios para la sociedad que no conciben que acaben dejando de conseguir diputados o parlamentarios en unas elecciones.
No hay más que ver como la mayoría de las encuestas a nivel nacional ya otorgan cero diputados a los 'liberales', que intentan convencernos de que la subida de las pensiones es un atraco «intergeneracional», ese concepto que se habrá inventado algún asesor a sueldo aburrido de sí mismo pero encantado de haberse conocido. Definir la subida irresponsable de todas las pensiones como que nuestros abuelos o nuestros padres nos roben a los hijos es algo difícil de superar en la estupidez y la torpeza argumental y mediática, pero ahí tenemos a todos lo que quedan cobrando generosos sueldos públicos gracias a Ciudadanos repitiendo este eslogan que solo puede causar vergüenza ajena desde el punto de vista político, intelectual y económico. Eso sí, en demagogia consiguen una altísima puntuación.
No es nada nuevo esta fascinación que existe en política sobre la juventud o la gente joven, con las juventudes dentro de los partidos como prueba inequívoca de que, al menos, es posible conseguir mano de obra barata y acrítica y establecer una cantera donde se irán aprendiendo y reproduciendo todos los vicios del partido 'mayor'. Empezando porque cuando somos jóvenes todos nos creemos especiales y mesiánicos, como si la juventud te diese un estatus especial en la vida. Porque en la vida no sé, pero en la política la juventud casi nunca es sinónimo de nada extraordinario.
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Hace pocas semanas fueron las primarias de los jóvenes de Ciudadanos, donde hubo campaña, debates entre ellos y prácticas de marketing del baratillo. Es un momento donde los jóvenes juegan a creerse políticos mayores y los políticos mayores de verdad les hacen creer que son imprescindibles para el futuro del partido y hasta del país. Nadie quiere hablar de una verdad no sé si tabú, pero sí incómoda, de que creerse Churchill con 19 años es un problema que a la larga puede crear un monstruo en cualquiera.
Son infinitos los ejemplos de jóvenes que entran en juventudes y se jubilan en el partido. Yo siempre he creído en los buenos políticos de carrera, pero de los que hemos conocido casi ninguno ha salido de una factoría juvenil. En cambio, de todos los mediocres y los tóxicos, es raro aquel que no traiga el sello de «joven comprometido con la política».
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