El misterio lorquiano del Concurso de Cante Jondo

Al reconstruir el árbol genealógico de la familia García Lorca hasta tres generaciones anteriores al poeta, establezco una casuística genético-sociológica sobre la postura de Federico para la organización del evento de 1922

cristino alonso pérez

Martes, 14 de junio 2022, 01:14

En el centenario del I Concurso de Cante Jondo de 1922 de Granada se están produciendo en nuestra ciudad multitud de actos conmemorativos de dicho ... evento. Todas las instituciones públicas y un buen número de asociaciones y entidades privadas se manifiestan en una explosión flamenca nunca antes vista. Todos los días, desde hace varias semanas, se celebra algún concierto, conferencia, exposición o manifestación callejera que intenta acercar al público a la esencia del flamenco y al espíritu que dio lugar a aquel acontecimiento histórico de 1922. Pero, ¿cuál fue aquel espíritu ya centenario, y posiblemente desaparecido?

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Lo explicaré a modo de metáfora química. Como es bien sabido, los ideólogos fueron Manuel de Falla y Miguel Cerón. El gaditano, desde su púlpito catedralicio musical, catalizó los sustratos sociales de la ciudad para originar aquel producto. Y fue el ímpetu de un joven de veinte y cuatro años, llamado Federico García Lorca, el que apoyó al sabio maestro y proporcionó la energía necesaria para que ocurriera la reacción de reunir un elenco de desconocidos cantaores durante el 13 y 14 de junio de 1922 en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra. Porque ese era el espíritu, reunir, en una búsqueda arqueológica, aquellos intérpretes no profesionales que representaran el canto primitivo andaluz (subtítulo del concurso). Por eso era un concurso, por participar en él cantaores no profesionales o poco conocidos. Los estudiosos, entendidos o flamencólogos se preguntan el porqué de ese interés de Falla y Lorca en organizar un evento flamenco sólo para no profesionales. Ambos genios compartían (Lorca influenciado por Falla, aunque no del todo como voy a razonar a continuación) la idea de sacar a la luz y poner en valor el canto primitivo andaluz, el cante jondo, el puro, el ausente de contaminaciones, ¿de valores sucios?, el que no evoque «cosas inmorales, la taberna, la juerga, el tablao del café, el ridículo jipío, ¡la españolada, en suma! (Importancia histórica y artística del primitivo cante andaluz llamado 'cante jondo'». Federico García Lorca. Centro Artístico de Granada, 19 de febrero de 1922). Pero ¿cuáles eran las raíces de ese pensamiento purificador?

Esas raíces o fundamentos desde las que se organizó el Concurso creo que están perfectamente definidas por Carlos García Simón, a saber, resumidamente: la raíz regeneracionista de la revolución liberal de 1868 asumida por la Institución Libre de Enseñanza para combatir el caciquismo política y socialmente dominante en España durante la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del XX, «el flamenco se convirtió, a finales del XIX, en la gran esperanza que habría de servir de palo tutor a las degeneraciones morales que la patria estaba sufriendo, degeneraciones que el cacique y el oligarca representaban arquetípicamente... la lucha elitista contra el caciquismo» (García Simón dixit), es decir, fundamentos socio-políticos.

Esta idea del cante jondo o canto primitivo como arma para combatir la degeneración y amoralidad en la que se hundía la patria puede ser entendida en Falla, según afirman la mayoría de expertos, gracias a su rígida moral sancionadora de toda desviación de la religión católica. Pero ¿y en el caso de Lorca? Parece una contradicción o un signo de desinformación o provocación o juego en el que incurre el granadino, «quien sabe» (Félix Grande dixit). Parece que no existiera explicación para este hecho controvertido. Parece que nos quedáramos en ese «quien sabe» misterioso del misterioso Lorca que bloquea el pensamiento, más, teniendo en cuenta la figura 'd'enfant terrible' (Orozco Díaz dixit) con la que se identificaba al poeta en ciernes, y más aún cuando Lorca llevaba casi tres años codeándose con lo más granado del vanguardismo español en la Residencia de Estudiantes. ¿Dónde está entonces el misterio sobre la opinión de Lorca tantas veces vertida en sus conferencias sobre el cante jondo?

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En contra de la opinión de García Simón cuando cubre a Lorca y Falla bajo el mismo manto del nacionalcatolicismo, en mi libro 'Fenotipo Federico' (Aliar Ediciones), al reconstruir el árbol genealógico de la familia García Lorca hasta tres generaciones anteriores al poeta (padres, abuelos y bisabuelos) gracias a los datos de carácter artístico que aportan los hermanos de Federico (García Lorca, Francisco. Federico y su mundo. Alianza Editorial; García Lorca, Isabel. Recuerdos míos. Tusquets), establezco una casuística genético-sociológica sobre la postura de Federico para la organización del evento de 1922. Veamos qué nos dice ese árbol genealógico que refleja las cualidades artísticas de los García Rodríguez, todos ellos con excelente oído musical: Antonio García, bisabuelo, guitarrista y cantaor; Juan de Dios García, tío bisabuelo, violinista; Enrique García, abuelo, aptitudes musicales; Federico García, tío abuelo, bandurrista (único músico profesional de la familia en el Café de Chinitas de Málaga); Baldomero, tío abuelo, guitarrista, bandurrista, cantaor; Federico García Rodríguez, padre, guitarrista; Luís García Rodríguez, tío, guitarrista, bandurrista, pianista, flautista ; Isabel García Rodríguez, tía, guitarrista y aficionada al cante. Todos ellos no profesionales, salvo el mencionado tío abuelo Federico.

Los 'genes musicales' de la familia García Rodríguez llegaron hasta Lorca en una cascada de herencia poligénica imposible de frenar y en un ambiente de prácticas musicales no profesionales solo ejercidas por el enorme gozo que ese numeroso clan sentía por la música e interpretación teatral, que aprovechaba cualquier oportunidad para ejercitarlas y compartirlas con los vecinos del pueblo (numerosos son los ejemplos que, sobre esta apasionada afición delos García Rodríguez, nos cuentan los hermanos de Federico en sus respectivos libros). Ni siquiera la inhalación de los vientos de modernidad de Madrid pudieron frenar en Federico esa impronta génica, aprendizaje y práctica musical en su estado más puro de amateurismo y simple gozo mamado en un ambiente familiar muy propicio. El mismo Lorca lo decía en modo lírico: «Poeta de nacimiento y sin poderlo remediar». O bien su familia le reprochaba parecerse en muchos aspectos al juglar, bohemio y de ingenio cáustico tío abuelo Baldomero, a lo que Federico respondía: «Sería un honor parecerme al él». O que para la publicación de sus poemas u obras dramáticas hubiese que arrancárselas prácticamente de las manos o los cajones. Quizás radique aquí el misterio de esa comunión que se produjo entre el maduro y beato Falla y el joven e irreverente Lorca para la organización del I concurso de Cante Jondo de Granada solo para no profesionales.

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