Miguel Ríos, 'for ever'

PUERTA REAL ·

Nuestro roquero universal e incombustible seguirá viniendo a Granada para el definitivo concierto de despedida

ESTEBAN DE LAS HERAS BALBás

Sábado, 2 de octubre 2021, 23:13

Dentro de unos años, cuando ya no huela a gasoil en las calles de Granada y broten las primeras hierbas sobre la lava del volcán ... de Cumbre Vieja, veremos a Miguel Ríos volver de nuevo a esta ininteligible y prodigiosa ciudad para despedirse una vez más de sus paisanos con un concierto memorable. Para entonces Alejandro Valverde habrá olvidado cómo se monta en bicicleta y del entrenador Robert Moreno solo se acordarán los aficionados del Granada CF. Pero el viejo Mike seguirá en la brecha. «Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando» diremos los demás con Juan Ramón. Algún funcionario municipal nos habrá borrado ya del padrón de los vivos y de los listados electorales, pero Miguel seguirá viniendo a su ciudad para el definitivo concierto de despedida. El viaje lo hará en tren y despacio, como lo empezó a cantar en el 68. Los trenes han llegado siempre a la Estación de Andaluces rodeados de un halo de sosiego y lentitud, incluido el AVE, que es el más lento de todos los rápidos, sin ser el más rápido de todos los lentos. Cuando hayan transcurrido los años hasta que dé el nuevo concierto, nadie se acordará de los palmeros cuyas vidas, casas, ilusiones y trabajos se tragó el volcán, porque las Canarias siguen estando muy lejos.

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Pero recordarán a este roquero universal que empezó su vida laboral de aprendiz en Almacenes Olmedo de Puerta Real. Miguel Ríos es un ser incombustible, que se columpia en las hojas del calendario igual que el pájaro carpintero se balancea en la rama de un abedul. Por sabido, ya no nos sorprende la vitalidad de ese joven de 77 tacos, que el jueves arrastraba su sombra y acarreaba su imagen por un paso de cebra en la primera página de este diario. Su vuelta siempre trae la alegría del regreso y la tristeza de la despedida, que debe ser de mentirijillas porque intuimos que no es el último adiós, ni el penúltimo. Volverá otra vez después del próximo diciembre. Para cuando esto ocurra, seguirán creciendo las sombras de la ignorancia y del miedo en el pueblo aborregado. Y Luis Salvador seguirá buscando sus señas de identidad política procurando que vengan con suficiente 'cash' para el bolsillo. Seguro que para entonces, la Junta –donde el vudú y la larvada acupuntura política van saliendo ya a la superficie– ni se habrá planteado meterle mano, tras treinta años, al tercer carril de subida de la A-92 desde el kilómetro 247 al 251 en la pronunciada cuesta que pasando por Alfacar y Víznar lleva hasta Puerto Lobo. Es el único tramo de pendiente pronunciada de esta carretera troncal andaluza que carece de ese tercer carril para vehículos lentos… pero a quién le importa nada en Granada, aparte de su propio ombligo. Para entonces ya se habrá despedido Marifrán de su consejería de Fomento, tras haber dibujado los raíles del 'tranvi-metro' por las calles del centro de Granada con un horizonte de futuro indefinido. Pura pirotecnia. También en ese futurible seguiremos viendo fotos y dibujos del penúltimo trazado del cierre de la Circunvalación, un anillo de complicada orfebrería, que le produce urticaria a Paco Cuenca y a sus socios.

No importa. Pasará el tiempo. Seguiremos hablando del recibo de la luz y del cambio climático, envejecerá la niña Greta, volverán las filomenas invernales… y Miguel –cuya primera gira de despedida fue en septiembre de 2010 en Granada– seguirá anunciando que se va y que se va…, pero no se ha ido.

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