Instituto Andaluz de Divulgación Científica

El Parque de las Ciencias no es sólo un museo más, es una «nueva especie de museo» que no tiene parangón

Miguel Guirao

Sábado, 23 de marzo 2024, 23:08

Estos días se ha conocido en Granada, sede del Parque de las Ciencias Andalucía-Granada, el borrador de creación por parte de la Junta de ... Andalucía de un Instituto Andaluz de Divulgación Científica. ¡Bien! Una nueva apuesta por llevar los misterios de la ciencia a todos los andaluces, por muy alejados que le quede el tema, y por crear, pienso yo, una nueva marca Andalucía: la Divulgación de la Ciencias.

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Ante esta posibilidad, quiero hacer esta reflexión. Cuando uno se sumerge en el enlace con el que la titulo, a lo que invito encarecidamente, estoy seguro de que le será imposible, amable lector, ver los cientos de actividades desarrolladas y que están perfectamente detalladas año por año, casi treinta, y con las fotografías correspondientes. Esto nos lleva a pensar que el Parque de las Ciencias no es sólo un museo más, es una «nueva especie de museo» que no tiene parangón. Ahí están representadas todas las posibles herramientas que se usan en la divulgación científica, todas las que se puedan imaginar, y más –algunas propias y originales–, pero a la vez, es un centro docente ligado a cualquier nivel, desde los más pequeños a los mayores, pasando por el universitario. Y además, se hace investigación en estos temas con resultados finales contrastables. ¿Alguien da más? Es imposible.

Tal es la calidad de estos resultados, que en 2007, con apenas diez años de andadura y con un éxito espectacular, el Ministerio de Ciencia e Innovación de entonces decidió que el laboratorio nacional de cultura científica, ¡nacional!, ExploraLAB, se creara en el Parque de las Ciencias, y sirviera como instrumento interdisciplinar especialmente dedicado a la innovación, experimentación, investigación, formación y difusión de la cultura científica.

Años más tarde, también la Agencia Espacial Europea (ESA) con sede en París decidió que el Parque fuera la sede para el diseño de programas educativos y de difusión sobre la investigación espacial en España. Por no hablar de las alianzas con los museos europeos más prestigiosos.

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Cuando uno piensa que en sus más de 70.000 m2, ¡70.000!, podemos sentarnos junto a Darwin, Einstein, Cajal o Madame Curie; que nos pueden sobrevolar las rapaces; que nos podemos sumergir bajo los tiburones u otear las copas de los árboles; que podemos contemplar con emoción y tener en nuestras manos «el órgano que palpita en nuestro seno y el que es cuna de nuestro pensamiento», que diría Leonardo da Vinci; que podemos contemplar las mariposas del alma cajalianas, o que aquí se hacen «cosas de ciencia», como ordenara Carlos V en su cédula real de creación de nuestra Universidad, uno no puede imaginarse que este loable propósito de subir aún más el nivel de la Divulgación Científica en nuestra comunidad, con la creación de este instituto, tenga otra ubicación que no sea este Parque.

¿Se imaginan el museo de la pesca de almadraba del atún rojo en Salobreña, o el de los deportes de invierno en Tabernas, o el de las yeserías y los mocárabes en Huelva?

Yo creo que el comité asesor científico para este asunto de la Consejería de Desarrollo Educativo, la misma que preside el consorcio y pone de manifiesto sus extraordinarias virtudes –como hacía hace poco la propia consejera–, habrá aconsejado que, dado el nivel conseguido en el Parque y ser considerado como uno de los referentes internacionales, sea el que acoja este proyecto.

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¿Se imaginan el museo de la pesca de almadraba del atún rojo en Salobreña, o el de los deportes de invierno en Tabernas, o el de las yeserías y los mocárabes en Huelva? ¿Verdad que no? Sobran las palabras.

Esto no significa que hagamos público y con entusiasmo nuestro apoyo al desarrollo de acciones formativas de divulgación científica en todos los rincones de nuestra comunidad, yo mismo he participado en algunas, o que se pongan en valor sus diferentes peculiaridades.

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Por favor, seamos sensatos y no desvirtuemos las cosas. Cualquier decisión diferente haría pensar que detrás hay otras razones difíciles de justificar y entender, sobre todo, para los quince millones de visitantes que han pasado por sus instalaciones y han disfrutado de sus experiencias.

A mi juicio, pienso que no deberíamos caer en despropósitos y rematar bien los buenos proyectos.

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