Común Mente

El Dilema del Prisionero

«Dos matemáticos, Melvin Dresher y Merrill Flood, estudiando la teoría de juegos, formularon un interesante dilema que se puede aplicar a la mayoría de las relaciones humanas»

Miguel Arranz

Psicólogo

Viernes, 5 de septiembre 2025, 22:38

Dos matemáticos, Melvin Dresher y Merrill Flood, estudiando la teoría de juegos, formularon un interesante dilema que se puede aplicar a la mayoría de las ... relaciones humanas. Pensemos en dos sospechosos de cometer un delito que son arrestados por la policía. No hay pruebas suficientes para condenarlos por el delito principal, solo por un cargo menor, y están en dos celdas incomunicadas. La policía les ofrece a cada uno el siguiente trato:

Publicidad

1. Si uno confiesa (delata al otro) y el otro no dice nada: el delator queda libre, y el otro recibe una pena máxima (por ejemplo, 10 años de cárcel).

2. Si ambos se delatan mutuamente, reciben una pena moderada (por ejemplo, 5 años de cárcel).

3. Si ninguno de los dos confiesa (cooperan entre sí), ambos reciben una pena mínima por el cargo menor (por ejemplo, 1 año de cárcel).

Y uno se preguntará: ¿cuál es el dilema? Pues el siguiente: delatar parece ser la mejor opción para evitar el castigo máximo, y si los dos se delatan, recibirán menos pena que los diez años de cárcel. Pero este arrebato individualista les hace olvidar la tercera opción: si los dos se callan, obtienen la pena más corta de cárcel, el mal menor.

El dilema del prisionero demuestra que la búsqueda del interés propio, en ciertas situaciones, puede llevar a un resultado peor para todos los involucrados que si hubieran cooperado. Y esto se puede ver fácilmente en una relación de pareja.

Publicidad

Trino y Trina se quieren ir de vacaciones: él quiere ir a la montaña y ella, a la playa. Discuten y piensan que si no se ponen de acuerdo, no viajarán. Si Trino se sale con la suya, Trina aceptará ir a la montaña a regañadientes y, al menos, no se quedarán en casa. Si Trina logra que se vayan a la playa, Trino aceptará poniendo morros, pero al menos saldrán fuera. Si los dos discuten acaloradamente, se quedan sin salir de su casa.

Pero si los dos dialogan y llegan a un acuerdo que contente a ambos, como por ejemplo decidir ir a la montaña este año y a la playa el siguiente, buscar un tercer destino que les guste a ambos, o sencillamente hablar con empatía y entender las razones del otro, cediendo por el bien de la relación, estaremos ante la opción más interesante.

Publicidad

Imponer nuestros intereses de manera egoísta puede ser efectivo a corto plazo, pero a la larga desgasta la relación y crea resentimiento. En este caso, la «cooperación» sería la comunicación abierta, la empatía y la disposición a negociar, lo que llevaría a un resultado mucho más positivo para ambos que si cada uno se enroca en su posición.

El dilema del prisionero en el mundo de la pareja nos recuerda, pues, la importancia de la comunicación y la confianza para superar las tendencias individuales a buscar el propio beneficio. Esto fortalece la relación, ya que se tiene en cuenta el punto de vista de cada parte y hace que las vacaciones no acaben en una guerra fratricida, sino en un paso más para sentir que forman parte de un equipo cada vez más unido.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad