De Buenas Letras

La importancia de explicar bien

Miguel Arnas Coronado

Miércoles, 22 de marzo 2023, 22:53

Nunca he sido partidario de soportar las monsergas aprendidas por los guías turísticos. Y, sin embargo, hay excepciones. Como en todo. Ya he dicho en ... otras circunstancias que no hay cosa más tonta que el prejuicio.

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Para celebrar cierto aniversario privado, mi esposa y yo viajamos a principios del mes de febrero a Carmona. Nos alojamos en el Parador Nacional. En la explanada delantera se nos acercó un hombre proponiéndonos uno de esos 'tours' turísticos en bus eléctrico, descubierto, a pesar de la fresquita, y estrecho de manga. Habida cuenta lo declarado antes, dudamos. Por fin ella, con buen criterio, me dijo: ¿por qué no nos dejamos guiar, sabemos dónde está lo interesante y mañana por la mañana lo visitamos a nuestro aire? Montamos en el vehículo tres parejas, unos brasileños, unos sevillanos y nosotros, más tres turistas españoles con apariencia de ser matrimonio con hija ni joven ni madura.

Y empezó el periplo. Para nuestra sorpresa, Alfonso, que así se llamaba el guía, resultó ser, no solo simpático, según es fama de los sevillanos, sino conocedor por estudios y pasión de la historia y de la Historia de Carmona, es decir, de sus entresijos cotidianos en siglos pasados, así como de las epopeyas de manual antiguas y contemporáneas. La fortaleza del rey Pedro, mal llamado el Cruel, la arqueología prehistórica, la judería ya desaparecida pero cuyos vestigios quedan en el trazado de las calles, los conventos de monjas habitados por pocas religiosas, las iglesias de más enjundia, las puertas de la vieja muralla, el Decumano y el Cardo, calles romanas que iban de este a oeste y de sur a norte cuyas trazas perviven en las calles carmonenses, la plaza de San Fernando como centro neurálgico y de reunión de la ciudad, los barrios habitados antaño por braceros que ocupaban habitación por familia, algunas numerosas, barrios que se van deteriorando inevitablemente por la ausencia de comercios que los convierten en casi inhabitables y, lo mejor del caso: el plafón en la clave del arco de la puerta de Sevilla, resto de la antigua casa edificada contra la muralla y del cual colgaba la lámpara del salón de dicha vivienda: uno de esos detalles demostrativos, no solo de la vida diaria de la ciudad que fue, sino del conocimiento y amor por su ciudad del guía.

Sorpresas te da la vida, decía la canción, y esta fue grata.

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