Si es muy molesto tener que hacer trabajos que no nos gustan y encima no les vemos sentido, es maravilloso involucrarse en una tarea que ... nos parece necesaria y entregar esfuerzos y tiempo, a alguna causa que encontramos justa y necesaria. Por eso existen los llamados voluntarios, adscritos a organizaciones sin fin de lucro, desde una pequeña iniciativa puntual que surge cuando aparecen determinadas dificultades, hasta las grandes organizaciones, que atesoran experiencia, en todo el mundo. Si no fuera por esa bendita cualidad humana de sentir la necesidad de ayudar a los que sufren, la vida sería aún más difícil de soportar para muchas más personas. Gracias a su generosidad se solventan cada día soluciones para problemas difíciles que afectan a los seres humanos que solemos denominar «en riesgo de exclusión social».
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Granada ha demostrado ser solidaria en alto grado, pues se calcula que cuenta con unos treinta mil voluntarios adscritos a las numerosas iniciativas que se dedican a suplir lo que no logran las instituciones o los organismos competentes, que tienen la obligación de solucionar problemas que con frecuencia recaen sobre los voluntarios. Estos días de fiestas navideñas, se hace evidente el esfuerzo de quienes se han comprometido con la causa de los más necesitados, quizá porque el ansia de comprar regalos, manjares, viajes, etc. se ha desatado, haciendo aún más evidentes las desigualdades que persisten en nuestra sociedad.
Pensaba estas cosas cuando recibí el mensaje de mi amigo Antonio, que es un voluntario comprometido de la ONG Calor y Café, solicitando apoyo para para cumplir una de las citas de sus beneficiarios, como es una cena de fin de año muy cuidada, con un menú exquisito. Esta ONG granadina lleva muchos años abriendo sus puertas especialmente a los que se ven literalmente en la calle les sirven meriendas y desayunos, les ofrecen una ducha y les proporcionan ropa limpia, entre otros servicios que ofrecen a quienes los necesitan. Todo este tiempo de asistencia a los sin techo les ha permitido conocer las dificultades a veces insalvables, que requieren la cooperación efectiva de las instituciones gubernamentales, y que no siempre se implican a fondo, como debieran. Uno de esos problemas difíciles tiene que ver con la salud mental, que suele estar en el fondo de muchas calamidades, para la cual no existen soluciones más que la calle, con los riesgos que conlleva, a los que se suman los efectos del alcohol, aunque sea el más barato que pueda encontrarse.
El otro problema difícil es conseguir trabajo para los que están en condiciones para ello, porque tampoco esto es fácil, pues surgen los problemas de falta de permisos para optar a algunos puestos de trabajo, o recelos de los empleadores, que no acaban de fiarse del tipo de vida que han llevado los candidatos y son reacios a ofrecer oportunidades de inserción laboral, o se aprovechan de las situaciones y ofrecen salarios ínfimos y condiciones muy precarias, que hieren la dignidad de los postulantes.
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