Aunque han pasado varios días, permítanme que señale en esta columna las dos maravillosas sesiones que se nos ofreció en la apertura del Festival Internacional ... de Música y Danza. Me refiero a la obra, firmada por Manuel de Falla, 'El retablo de Maese Pedro', título de un episodio que se encuentra en el capítulo 26 de la segunda parte del Quijote, con el sugerente marco de una sesión de marionetas que presencian el Quijote y Sancho. Y, como en otras muchas ocasiones, acaba con una de las características intervenciones del Hidalgo en defensa de la verdad y la justicia, destrozando el escenario y los títeres para horror y desconsuelo de maese Pedro. Manuel de Falla es el autor de la música y la adaptación del texto. cervantino a la ópera, que dura apenas treinta minutos.
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La obra se estrenó hace exactamente cien años, gracias al mecenazgo de la princesa de Polignac que se la encargó poco tiempo antes de que Falla se instalara en Granada y tomara contacto con la actividad cultural de la ciudad. La presencia y colaboración de Federico García Lorca debió ser fundamental para llevar a cabo el proyecto, pues era un enamorado de los títeres. La intervención del gran Hermenegildo Lanz, profesor de dibujo de la Escuela de Magisterio de Granada, fue decisiva para la elaboración de las marionetas y el diseño general de la ópera.
Los tres genios ya habían probado la iniciativa pues con anterioridad pusieron en escena 'Los títeres de Cachiporra', en la casa de la familia de Lorca con un formato similar al del retablo, lo cual debió de servirles de ensayo para acometer el proyecto. También intervinieron Manuel Ángeles Ortiz y Hernando Viñas y Hermenegildo diseñó los títeres. Lo que no es muy conocido es que pretendían crear un 'teatro de cachiporra andaluz', un plan que no pudo llevarse a cabo.
Cien años después, nos estamos asombrando una vez más de la riqueza de la inspiración musical de Falla, especialmente cuando nos muestra su capacidad para combinar el clasicismo, armonizándolo con las vanguardias de su tiempo, de tal manera que después de un siglo sigue sonando claramente contemporánea, actual, sorprendente. Las presentaciones que se están haciendo en diversos lugares destacan la sorpresa y la originalidad de la obra en su planteamiento formal, tanto en la parte escénica como la musical. Pero permítanme que subraye el trabajo de la compañía Etcétera, que se ha encargado de elaborar y manejar los títeres, con Enrique Lanz que se encuentra al frente de la compañía, desde hace cuarenta años, continuando la obra de su abuelo Hermenegildo, que participó en aquella audacia. Estoy segura de que Falla hubiera disfrutado viendo los títeres elaborados y manejados por Enrique y su compañía de hábiles titiriteros, habría gozado sin duda, al comprobar lo lejos que llegó su obra, tan atrevida en su época. Con esta puesta en escena, Enrique ha cumplido uno de sus sueños más queridos
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