Entre todas las acciones aún pendientes en nuestras sociedades, presuntamente avanzadas, una de las más dolorosas y graves es la que tiene que ver con ... el estado mental de las personas que, según los estudios, está empeorando en todo el mundo, debido a numerosas causas que se combinan y generan secuelas de dolor y abandono, o incluso de muerte, pues los casos de suicidios no paran de aumentar. Se puede decir que en todas las edades y en todas las latitudes el peligro de perder el equilibrio emocional y mental acecha a los seres humanos, a veces de manera irremediable. Si cualquier crisis, del tipo que sea, nos afecta a todos, esta que repercute en lo más sagrado que tenemos, que es nuestra alma y nuestra capacidad de razonar y tomar decisiones, es lógico que surjan llamadas de atención por parte de quienes por razón de sus profesiones están muy cerca de estos sucesos.
Publicidad
Hace unos días IDEAL traía un extenso reportaje elaborado por varios periodistas, aprovechando el impacto social que ha generado el caso de un vecino de las Gabias que amenazaba con hacer explotar el edificio donde viven y otros detalles que han hecho sonar la señal de alerta. Como recordaba IDEAL, este suceso ha sacado a la actualidad un problema muy grave, muy difícil de abordar, pues hay que hacerlo desde varios frentes por lo cual se necesita un consenso social y terapéutico de gran calado.
De los testimonios de quienes viven en directo este sufrimiento de pacientes y allegados, desde distintos campos, el policial, el jurídico, el médico, el de la investigación científica, es fácil deducir que se está haciendo mucho para abordar este asunto de la mejor manera. Pero también vemos que lo que se ha hecho hasta ahora es insuficiente y quizá vamos a peor. Surge de un modo o de otro una escasez de recursos, a todos los niveles, de tal manera que se comprende que alguien que ha recibido una agresión de ese tipo tenga miedo de volverse a encontrar con el individuo en el ascensor de su piso.
Cuando en 1993 se cerraron los lúgubres hospitales psiquiátricos, el tratamiento a los enfermos mentales, en Andalucía al menos, se puso en las manos de la Fundación Pública Andaluza para la Integración de las Personas con Enfermedad Mental (Faisem) que pretendía sustituir a los temibles psiquiátricos por sistemas más amables. Consisten en unas llamadas 'comunidades terapéuticas' que acogen una media de veinte personas residen tes en pisos con la tutela de unos monitores que suelen ser dos por cada comunidad. Parece ser que el gobierno de Juanma Moreno no ha hecho más que devaluar esta estructura asistencial que, por cierto, en la provincia de Granada cuenta con dos de estos centros, con unas 30 o 40 plazas y que es la única que existe para aportar alguna respuesta a los enfermos mentales durante un tiempo. Esos son los recursos para los que salen de las crisis graves, que se tratan en las unidades psiquiátricas de agudos de tres de sus hospitales…Y ya está.
Publicidad
Surgen muchos interrogantes al hilo de lo que estamos viendo. No debe pararse el debate para que haya respuestas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión