Albaycín sostenible

Sabemos que una buena parte de las vidas de nuestros conciudadanos dependen del turismo, como principal fuente de riqueza y de empleo, por lo tanto bienvenidos los turistas, cuantos más mejor. Pero no es oro todo lo que reluce y habría que tomar ciertas medidas, no vaya a ser que la situación se desborde y nos encontremos con que la gallina de los huevos de oro deje de ponerlos.

Granada tiene zonas sensibles a una masificación que está acabando con sus encantos, su identidad, sus atractivos, tal y como está ocurriendo en importantes ciudades de nuestro entorno, como Roma, o Florencia: cada vez es más difícil y hasta raro encontrar un rinconcillo donde poder admirar algo bello. Junto a la masificación y todavía peor esas zonas sensibles están siendo despobladas por sus habitantes, cierran comercios de siempre y proliferan los llamados alojamientos turísticos, que son pisos donde antes vivía una familia, o varias. Y si queda algo de comercio está enfocado a lo que demandan los visitantes. Una de estas zonas en peligro de perder su identidad es el Albaycín y algo menos el Sacromonte. No tiene grandes monumentos, es incómodo el acceso, pero sí un atractivo que muchos granadinos apreciaron en los años setenta, desoyeron las malas opiniones y se instalaron en un barrio donde la calidad de vida es insuperable, entre otros atractivos que no tengo espacio para enumerar aquí. No se puede decir que nuestros munícipes no se han preocupado por cuidar estos entornos privilegiados y por lo mismo frágiles, pero lo que está claro es que han hecho bastante poco: alguna reparación de pavimentos en los lugares más transitados y pare usted de contar.

Una vez más, los vecinos han puesto el dedo en la llaga albaicinera, seguramente a instancias de los nuevos munícipes. Ya ha informado IDEAL sobre sus reclamaciones. Pero yo me he encontrado con una noticia inquietante: el ayuntamiento de la ciudad puso en marcha un sistema para analizar y gestionar los flujos de los turistas, primero para saber dónde se amontonan y cómo se comportan mientras deambulan por las callejas empedradas. Como no podría ser de otra manera, ese sistema que se llama 'In4City' con cámaras y sensores colocados en lugares estratégicos está regido por inteligencia artificial. De hecho, la información que hay en Internet tiene toda la pinta de que la ha escrito un robot, con buena voluntad, eso sí.

Hasta el momento no se han difundido las conclusiones de tan sofisticado mecanismo. Es más productivo escuchar a los vecinos y, por favor, háganles caso.