Puerta Real

Poemas para la Sierra

Manuel Titos ha recopilado los poemas que han tenido como motivo a nuestra Sierra Nevada desde el siglo XIII

Qué sorpresa más agradable, que salga a la calle un libro de poemas, que está dedicado a Sierra Nevada y la Alpujarra, precisamente cuando acaba ... el Festival Internacional de Poesía, como ya comentamos en esta columna. El volumen, de setecientos setenta y tres páginas, ha sido elaborado por el historiador Manuel Titos, que ha recopilado los poemas que han tenido como motivo a nuestra Sierra Nevada desde el siglo XIII integrando los resultados de los poemarios que se han realizado a lo largo de los siglos transcurridos. Verdadero enamorado de la historia de Granada, Titos conoce la Sierra como la palma de su mano, como se suele decir, y como ha demostrado en una serie de investigaciones con los siguientes títulos: 'Sierra Nevada, una gran historia', '«La aventura de Sierra Nevada', 'Mulhacén', 'Cartografía de Sierra Nevada', 'Leyendas de Sierra Nevada', 'Los Neveros de Sierra Nevada' y 'Sierra Nevada, testimonios de un milenio'. Ni que decir tiene que nuestro experto no ha contabilizado –o a lo mejor sí, pues es un investigador muy preciso– las veces que ha subido a la Sierra a lo largo de su vida de montañero, ya no encontrando los datos, sino dialogando con la montaña, en este caso a través de la poesía, que es la que tiene como horizonte este nuevo y brillante trabajo.

Publicidad

El resultado de este estudio no puede ser más interesante, pues nos encontramos con una serie de poetas, unos muy conocidos, otros menos, que plasmaron los sentimientos que despierta la sierra en sus poemas. La serie dedicada a Sulayr –que es el nombre de Sierra Nevada en árabe– arranca en el siglo XI-XII, con los versos de Ibn Sara as-Santarini, un tanto socarrones: «Nos está permitido dejar de hacer la oración en vuestra tierra / y beber vino reconfortante, aunque está prohibido, / para refugiarnos en el fuego del Infierno/ pues no será más dulce y clemente que Sulayr».

El otro poema que fue escrito en árabe compara a la montaña con un anciano y dice en uno de sus versos: «¡Cuántos días han transcurrido y lo sigues viendo/ en la misma situación sin padecer enfermedad ni vejez!/ Este es Sulayr, el anciano de Granada, ciudad / de cuya belleza todo el orbe tiene noticia».

Es justo que traiga aquí el poema que presenta Manuel Titos, como participante de esta 'sinfonía' lírica titulando a su poema 'Sierra Nevada en el ocaso', un título que parece sugerir las experiencias vividas, o quizá una cierta desazón: «Cuando las horas transcurren sin orden ni concierto/ y vivir es un pozo de experiencias pasadas,/ perderse por el monte es cogerse a la soga/ para buscar la luz y hallar de nuevo el alba. / Hay mañana en la noche pero hay que buscarla arriba, / donde las aguas rompen los cristales de nácar / y estallan en lamentos, gozos y sinfonías, / que repican a gloria y despiertan el alma, / y trepar más arriba, persiguiendo las cumbres / con la humildad que empuja, sin la soberbia que mata, /alcanzando o no la cima, sin objetivo, sin causa, / fundido con las nubes, ligero como el agua. / Hay allí un mundo de libertad infinita / esperando paciente que una vida lo alcance / para llenarla de luz y nuevas alboradas, / fuera del pozo y de la noche que devora los sueños».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad