E. P.

Mazón dimisión

«Feijóo está incapacitado para salvar a los españoles porque no ha tenido el coraje de ser íntegro ante el dolor de los valencianos»

Marcial Vázquez

Politólogo

Jueves, 30 de octubre 2025, 23:13

Cuando se cumple un año de la tragedia de la Dana, hay dos cosas –independientes pero espiritualmente complementarias– que parecen ser ciertas: esa sensación tan ... española después de una crisis nacional de que podría volver a producirse y pasaría exactamente lo mismo; y que es difícil recordar alguien que se haya aferrado al cargo con tanta indignidad como Carlos Mazón.

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Como el carrusel de versiones sobre su desaparición en las horas críticas de la tormenta es algo que certifica de manera irrefutable que miente como un bellaco, salió al paso ese burócrata de casino decimonónico con su habitual cobardía política para dejar claro que el responsable de responder por el cambio de versiones es el valenciano, no él, el supuesto líder del Pepé que desde el primer momento no solo lo respaldó sino que durante los siguientes 12 meses ha aparecido abrazado a Mazón en múltiples ocasiones. Feijóo está incapacitado para salvar a los españoles porque no ha tenido el coraje de ser íntegro ante el dolor de los valencianos.

Por supuesto que en esta ciénaga de estiércol político, la izquierda y adosados han utilizado la desvergüenza y la indecencia de Mazón para elevar la crítica hasta niveles ciertamente excesivos. Pero esto no significa que lo esencial de Lapa Mazón refleje el nivel moral, ético y estético del centrismo soplagaitas rajoyano. Porque, dejando a un lado florituras filosóficas o dialécticas de Cayetana, el Pepé es el mismo partido cansino, vago y vulgar que fue con Mariano Rajoy. En este país la izquierda, sobre todo el PSOE, se ha transformado en un sindicato del poder cuasitotalitario, mientras la derecha ha oscilado entre la mediocridad ridícula del centrismo y la reacción falangista de los émulos de Orban y palmeros de Milei.

Por esto mismo, los que dicen que vivimos una situación dramática con un gobierno en minoría que depende de un golpista fugitivo como Puigdemon, parece que no desean analizar el futuro que se dibuja por delante. Es cierto que toda la podredumbre que nos llega desde Cataluña tiene dos grandes culpables que ya no están: uno por acción, Zapatero; y otro por omisión, Rajoy. Con la ayuda inestimable del PSC, sin el cual la labor destructiva del separatismo catalán no habría podido calar de tal manera en la sociedad. Pero la única solución efectiva, a la vez que imposible, sería una apuesta suicida que no admitiría grises: o empezaba a curar del todo este país o terminaba de matarlo. Me refiero a un pacto entre PP y PSOE para garantizar la gobernabilidad de España, con un programa limitado pero ambicioso de reformas. De ahí se podría salir al crecimiento de los extremos y a la polarización electoral incompatible con una democracia funcional; o la constatación de que las reformas con sentido de Estado mejoran la vida de los ciudadanos y acaban siendo recompensados en las urnas.

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A veces a uno le gustaría ser optimista y pensar que estamos en un bache regresivo que tiene la historia. Mi opción es otra: vivimos un cambio de paradigma político donde todo se resignifica para peor. No es que deje de existir la democracia, sino que poco a poco están haciendo que signifique otra cosa. Lo mismo con la libertad, con la tolerancia o con el odio. Se están reconfigurando significados para que llegue un momento que no sepamos ni lo que realmente defendemos ni contra lo que urgentemente deberíamos luchar.

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