Forense de Estado
«Para estar en contra de la Guerra Civil y los 40 años de dictadura franquista no es necesario fabular cosas que nunca pasaron o exagerar aquellas que sí sucedieron»
Leo que Pedro Tramp hizo referencia en el Congreso al próximo 14 de abril, una fecha que le escribieron en su discurso para recordarnos todo ... lo que tenemos que celebrar por la llegada de la II República. Posiblemente el Caudillo de la Moncloa tenga pocos conocimientos fundados sobre la historia de España, aunque para eso ha creado una secretaría de Estado que cobra más que él y cuya misión es disfrazarse con un kimono para ejercer de forense de la Historia, ya sea profanando sepulcros o acuchillando el rigor académico que todo historiador que se respete a sí mismo debería de tener.
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Precisamente, y siguiendo este hilo, Pedro citó en su cháchara parlamentaria a Manuel Azaña y Clara Campoamor, como si estas dos figuras históricas fueran algún tipo de antecedentes suyos, cuando ni las palabras ni los hechos de ambos tienen absolutamente nada que ver con la política de odio y de rencor que lleva lustros esparciendo esta izquierda reaccionaria desde el invento aquel de la memoria histórica que nos trajo el siniestro Zapatero con la excusa de su abuelo republicano. La guerra civil fue una tragedia nacional que pudo ser evitada pero que tiene su origen en la llegada, precisamente, de una República que por muy democrática que nos la intenten pintar los prevaricadores de la Historia, acabó siendo devorada por una izquierda totalitaria que no admitió la legitimidad de «las derechas» para gobernar este país.
Ya que alguien le explique luego a nuestro Tramp que el discurso de Azaña pidiendo paz, piedad y perdón es lo contrario de la política de tierra quemada que lleva él practicando desde aquel legendario «no es no» hasta nuestros días, cuyo legado más inmoral es la habilitación de los terrolistas como apreciados demócratas a la vez que insulta y sitúa fuera de la «derecha europea homologable» al PP del centrismo soplagaitas, señal inequívoca de la tolerancia democrática a la crítica y a la oposición del trampismo sanchista. Ya no es que tilden a Vox de extrema derecha extrema, es que Raxoi les parece un político radical y salvaje.
Por esto mismo es necesario defender el conocimiento de la Historia, más que nada para que no terminen inventándose algo que solo pasó en sus mentes de propaganda sectaria. Para estar en contra de la Guerra Civil y los 40 años de dictadura franquista no es necesario fabular cosas que nunca pasaron o exagerar aquellas que sí sucedieron. Celebrar la llegada de la II República es celebrar el comienzo de la cuenta atrás para la lucha fratricida entre españoles, algo que en las propias memorias de Azaña o Clara Campoamor aparece claramente reflejado ante el espanto y arrepentimiento de protagonistas principales como el ex presidente de la república. Por supuesto que en la izquierda del rencor nadie quiere rescatar todos esos párrafos y confesiones de los responsables políticos de entonces, que en el exilio y en la derrota lamentan el destino al que avocaron a los españoles. Otra cosa fue Largo Caballero, un totalitario que sí estaba dispuesto a la guerra con tal de expulsar a media España del derecho al gobierno.
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Hay quien cree que entrando ahora a caballo en el Valle de los Caídos podrá pasar a la historia como vengadores del bando republicano. Exhiben a los muertos porque estos ya no pueden hablar. Pero es profundamente infame y miserable retroceder a 1931 no para evitar una guerra sino para esta vez, en su imaginario de mentes perturbadas, ganársela a «los nacionales».
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