Mapa sonoro de Granada

Jesús Lens

Viernes, 15 de julio 2022, 00:50

Ayer me pasé toda la mañana con Fede, grabando efectos de sonido para una ficción sonora de corte negro y criminal que estamos preparando con ... La Habitación Sellada. Nos pateamos Granada entera, del Zaidín al parque Tico Medina, Centro, Elvira, Alhambra y de vuelta al barrio. Salimos a las 9.30 am y llegamos al filo de las tres de la tarde, los 40 grados de temperatura y 15 kilómetros en las piernas.

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Nuestro plan era grabar sonidos reconocibles de la ciudad en escenarios diferentes. Unos genéricos —tráfico, coches y autobuses, los pajaritos del parque, el runrún de la gente caminando, etcétera— y otros más concretos y específicos.

Nunca había paseado por mi ciudad escuchando su banda sonora, el auténtico latido urbano que nos acompaña cuando estamos ahí fuera, zascandileando por sus calles y plazas. Por supuesto, siempre reparamos en los ruidos estridentes en zonas de obras o en esas infernales máquinas de limpieza. Y si estamos tranquilos y relajados, también es lógico deleitarse con el piar de los pájaros o el rumor de la brisa entre las hojas de los árboles.

A mí me encanta pegar la oreja en bares y cafeterías, a ver qué dice la gente que charla, sea con otros humanos o a través del móvil. ¿Pero a qué suena Granada? ¿Cómo es su ruido de fondo? Armados con grabadora y micrófonos binaurales, íbamos a sitios y nos quedábamos en silencio, escuchando y grabando. En la cafetería Laredo del Zaidín, por ejemplo. ¡Qué bien suena una rueda de churros friéndose en aceite! Y el corte de una chuleta por el carnicero. O las almejas que acaban en la bolsa después de pasar por la báscula.

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O ese deleite sonoro que es subir por las calles peatonales del centro de Granada, que haberlas haylas, sin escuchar un solo motor hasta llegar a Bib-Rambla, con su casticismo característico. El pasar las páginas de los libros en Picasso y ni les cuento el elocuente silencio de los bosques de la Alhambra.

Pero no les voy a engañar. Donde más disfruté fue en Bodegas Castañeda. ¡Qué bien suenan! El recitar de tapas y comandas por su activo personal, el runrún de las conversaciones de la clientela, el sonido de las copas de cerveza, los vasos de vino y los platos sobre la barra. Y si le añadimos las historias de Pepe Torres, una espectacular enciclopedia sonora nos saldría.

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