El rock de Maca

Macarena Olona es una bendición contra el aburrimiento. Apartada ya de los circuitos habituales de los partidos clásicos, solo le queda jugar la baza de la astracanada

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 7 de julio 2023

La putivuelta con la que Macarena Olona ha abierto la campaña electoral en Granada confirma que nos encontramos ante una figura estelar de la política ... española. Lejos de aquella prematura retirada de la escena que protagonizó tras cosechar un clamoroso fracaso en su intento de convertirse en presidenta de los andaluces, o al menos de condicionar el gobierno de Juanma Moreno, los hechos posteriores demuestran que el paso atrás que dio entonces solo fue para coger carrerilla.

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Olona huyó del Parlamento andaluz a las dos semanas de tomar posesión como diputada, reapareció en el Camino de Santiago, creó después una fundación, luego solicitó su reingreso como funcionaria del Estado, acudió más tarde a un programa de entrevistas guais, anunció meses después su intención de concurrir a las elecciones generales –«si vuelvo a la política, será por Granada o no será»– y la tarde del jueves coronó su agotador e intrascendente periplo con la putivuelta de marras, en la que dejó un titular para la historia: «Nos llaman el partido de las putas, los gitanos y los maricones para ridiculizarnos». Como si fuese necesario invocar a alguno de esos colectivos para definir el estrambote de su biografía reciente.

Fue Macarena Olona una briosa abogada del Estado que alcanzó relevancia mediática por su labor en el País Vasco, donde se hizo un nombre por la solvencia de sus informes jurídicos y por su habilidad en las vistas orales. Ese brillo no bastó, sin embargo, para ocultar una realidad. La abogacía del Estado se le quedaba pequeña. Su verdadera pasión, estar en el foco, ser el centro de todas las miradas, quedaba insatisfecha entre togas y expedientes. La aparición de nuevos partidos le abrió las puertas para dar el salto a la política y Vox se llevó la gata al agua como podía habérsela llevado Podemos, visto lo visto. Desde entonces, un verbo demagogo y un tono iluminado que, insisto, encajarían perfectamente en la otra punta del espectro ideológico. Ya saben, si vas demasiado al este, acabas en el oeste. ¿Dónde ha acabado Macarena? En un puticlub, urdiendo un mensaje, una metáfora que resulta difícil de desentrañar más allá del frikismo de la idea.

Macarena Olona es una bendición contra el aburrimiento. Apartada ya de los circuitos habituales de los partidos clásicos, solo le queda jugar la baza de la astracanada. Y en ese terreno apunta maneras. Del fotomontaje comiéndole los morros a Yolanda Díaz al canutazo escoltada por puteros. Muero de ganas por ver el siguiente capítulo. ¿Intentará ir a Eurovisión? Dale, Maca. Tienes madera de rock'n'roll star.

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