Si no existiese la televisión, mi suegra se habría muerto de tristeza hace unos cuantos años. La televisión, esa caja tonta desde la que dicen ... que somos manipulados, alienados y manoseados por los poderosos, funciona también como compañía y refugio para el personal, sobre todo los mayores, esa gente que se dejó el pellejo por darnos un futuro y que ahora, cuando las fuerzas en fuga les obligan a pasar mucho tiempo en el sillón, tienen en el televisor al mejor aliado, al salvavidas que les permite seguir a flote y no hundirse en la oscuridad. Se pueden hacer más cosas, en lugar de ver la televisión. Puedes hacer sudokus o bizcochos de limón. O escalar ochomiles. Incluso no es mala opción pasar las páginas de según qué libro. Cómo era la cursilada aquella: «Donde hay un televisor encendido es que hay alguien que no está leyendo». Cierto. «Donde hay un tipo leyendo es que no está manifestándose por Gaza», no te jode. La tele entretiene, adormece, divierte, cabrea, te hace reír y llorar. A veces informa. Y saca a los reyes muy guapos en los incendios. Y tiznados de barro en las riadas.
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Esta semana hemos contado que en Rubite no se ve la tele. Las antenas se han esfaratao y no tiene pinta de que la cosa vaya a arreglarse a tiempo. A tiempo de ver a media España aclamando a Franco. A Franco Mastantuono. El apagón televisivo de esta colleja localidad de la Contraviesa ha sido saludado en las redes sociales con alborozo, incluso con envidia. «Eso bueno que se llevan, menos intoxicación y manipulación de las noticias», «Estoy seguro de que tienen una mejor salud mental», «Se han librado de un montón de anuncios sobre todo en A3, y también de las series mierdas turcas de tipos con bigote», son algunas de las reflexiones de nuestros lectores más conspicuos, muchos de los cuales, al terminar de escribir su comentario, cogieron el mando a distancia y se enfrascaron en una serie turca llena de bigotes. Hubo otro aún más punki: «Y si también no llega la radio es lo mejor para su salud». Todo esto es real. Son comentarios a la noticia que se publicó en nuestra web. ¿Saben qué pasa? Que tienen toda la razón. La televisión es un mojón. Y la radio. Y los periódicos. No digamos ya internet y sus comentaristas.
El verdadero adoctrinamiento no es ver la tele, sino no poder verla. La libertad de elegir el canal y de terminar pulsando el botón rojo es la que se le niega a los sufridos vecinos de Rubite, que llevan nueve meses releyendo a Joyce, enfrascados en las memorias de Kissinger, aprendiendo a tocar el ukelele, dándole al crossfit, jugando al Rentoy, pintando bodegones al óleo y cagándose en la madre del que los tiene sin televisión.
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