Una bandera en Amazon

En un país que aún sigue haciendo de la picaresca y el fraude a pequeña escala uno de sus deportes nacionales, causa cierto estupor que alguien pueda acabar en prisión por colar a un amiguete en el médico

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 6 de octubre 2023, 23:44

Cuidado con los enchufes. Los que tienen dos agujeritos y están encastrados en la pared apenas hacen cosquillas aunque metas los dedos. Si acaso un ... chispazo, un calambrazo, un lambreazo si hablas granaíno. Con esos enchufes no hay que tener más prevención que procurar situarse cerca de ellos para que el cable del móvil te alcance con holgura, sin necesidad de insanas contorsiones de muñeca.

Publicidad

Los enchufes con los que hay que andarse con mucho ojo son los que consisten, por ejemplo, en colar a un conocido para que se le practique una prueba médica saltándose la lista de espera. Si lo haces, te espera la cárcel. Y puedes darte con un canto en los dientes. Le ha ocurrido a un administrativo del SAS, que acaba de perder su última batalla judicial, nada menos que ante el Tribunal Supremo. El hombre quiso hacerle un favor a un amigo y se pasó de frenada. Vamos, que el derrape lo ha dejado a las puertas de Albolote. Perdón, dentro. Simuló que un médico solicitaba una resonancia para su camarada y con ese truco acortó a la mitad la espera del enfermo. El primer juez barajó empurar también al paciente, verdadero beneficiario del embrollo, que finalmente se ha ido de rositas. El enchufador, sin embargo, ha caído con todo el equipo.

En un país que aún sigue haciendo de la picaresca y el fraude a pequeña escala uno de sus deportes nacionales (el otro es atizarle a Rubiales, la ira que no cesa) causa cierto estupor que alguien pueda acabar en prisión por colar a un amiguete en el médico. La letra pequeña jurídica del asunto, que no tiene nada de pequeña, admite poca discusión. Un delito de falsedad en documento público son tres años de cárcel. O seis si te pones farruco. El ruido brota de la comparación con el castigo para otros delitos.

La Audiencia provincial de Granada condenó el año pasado a un fulano que se puso tibio de whisky en la feria de Baza y al volver a su casa por la A92 embistió a otro vehículo y mató a un chaval de 22 años y una chavala de 20. La condena: tres años y tres meses de cárcel. ¿Cómo te quedas, chato?

Publicidad

Lees que un fulano va a pisar la cárcel por colar a otro en una resonancia y aflora en paralelo un pensamiento. Te da por pensar en la cantidad de veces que, al pedir un favor o hacerlo, has podido flirtear con el módulo de ingresos de Albolote. Y entonces piensas en ese hombre, y compras por Amazon una bandera independentista catalana y le propones un vis a vis. Y crees que con suerte se tomará las uvas en su casa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad