Estimaciones andaluzas

En 1982, cuando empezó todo, los socialistas llegaron a obtener el 52%. La encuesta le da actualmente el 19,8%. El bajón es una barbaridad, si se tiene en cuenta que hasta 2018 supero habitualmente el 35%

Jueves, 24 de julio 2025, 22:56

Las actuales estimaciones de voto en Andalucía presentan resultados asombrosos. Lo peculiar es que en lo fundamental son creíbles, porque no dan resultados muy diferentes ... a los de 2022.

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El asombro viene si se compara con el pasado que pareció convertirse en la naturaleza política de Andalucía, el perfil que siempre se mantendría, lo que nunca cambiaría, con la hegemonía sempiterna de los socialistas.

En 1982, cuando empezó todo, los socialistas llegaron a obtener el 52%. La encuesta le da actualmente el 19,8%. El bajón es una barbaridad, si se tiene en cuenta que hasta 2018 supero habitualmente el 35%.

El PP sube un par de puntos y con el 43,1% se mantiene en la mayoría absoluta. Vox sigue de tercera fuerza –14,7%– y se acerca al PSOE, proximidad que molestará sobremanera a los socialistas, que se llegaron a creer que encarnaban la autenticidad andaluza. Por detrás queda Sumar y una confluencia electoral –Podemos, IU y Más País–, como restos de después de la batalla, reliquias para evocar tiempos mejores en los que todo fue posible.

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En otras palabras: los escándalos por corrupción siguen minando a los socialistas y las declaraciones reiteradas que anuncian el infierno si llegan las derechas parecen no hacer mella en los votantes. Estarán a la espera de que Montoro eche una mano, pero las corrupciones del pasado conmueven menos que las presentes.

Por alguna extraña razón –que tiene sus antecedentes– el PSOE suele pensar que los miembros del gobierno son excelentes candidatos autonómicos. Como semejante dislate hoy sólo debe de creerlo el presidente, el estacazo que se augura a María Jesús Montero será de los que hacen época. El paso del gobierno a la candidatura parece una manera dramática de acabar con cualquier carrera política, a menos que sea una forma cruel que quitársela de encima. En todo caso, pasar de la vicepresidencia a la nada en un periquete tiene que mosquear al más fiel, a ver cómo sobrevives luego si el resultado es tan precario como se ve venir. Sic transit gloria mundi.

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Por otra parte, el encargo a la vicepresidenta en Andalucía tiene por otras razones el aspecto de una misión imposible, quasi suicida, por la necesidad de hacer campaña explicando la conveniencia de que Cataluña reciba más fondos que Andalucía y que esta los pierda para que aquella viva mejor o pueda financiarse sus caprichos independentistas. Si has sido ministra de Hacienda o así, el empeño se antoja particularmente difícil.

Ni siquiera cabe una alusión confusa a Robin Hood, pues el proceso es el inverso, quitarles a los pobres para dárselo los ricos, trasvase siempre lacerante, pero de imposible encaje si tienes que buscar el voto de los paganos.

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Un político siempre puede menospreciar las encuestas, diciendo que lo único que importan son los resultados electorales. Quizás en este caso la escapatoria no funcione. Sólo queda la opción épica. Presentarse como la heroína que se sacrifica por todos, por los socialistas y por Sánchez. Suelen gustar los gestos numantinos.

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