Puerta Real

El espécimen significativo

La semana pasada se desveló quién representará en el futuro los vericuetos mentales del pedrismo

Jueves, 16 de enero 2025, 23:02

Por razones ignotas, cada época nos viene caracterizada por algún personaje colateral, de aire pintoresco, que alcanza súbitamente el estrellato público y se convierte en ... representación involuntaria de nuestros avatares, en los que sin embargo el espécimen no tiene particular protagonismo. El Cojo Manteca, el hermanísimo de Guerra (okupa de despacho oficial), la hija de Aznar (y su superyerno) casándose en el Escorial, las hijas góticas de Zapatero, el pequeño Nicolás… Todos ellos dejaron marca indeleble en la memoria pública y evocan las circunstancias más chocantes de nuestros enredos públicos.

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La semana pasada se desveló quién representará en el futuro los vericuetos mentales del pedrismo. En un solo día el hermano presidencial ha arrebatado el puesto de master chef en arquetipos nacionales a su cuñada, que parecía indiscutible, por su curiosa forma de decir naderías con retórica grandilocuente.

Sin embargo, David se ha hecho con el puesto. Sus declaraciones en el juzgado se han calificado de esperpénticas, absurdas o ridículas, calificativos que no se pueden negar, sin que nadie los haya considerado informaciones interesantes ni asegure que la derecha es la causa del desvarío. Se advierte un estupor unánime en la opinión pública, que se preguntaba si las declaraciones eran reales y no un bulo, meme o falsificación.

Ha logrado unanimidad nacional en el desconcierto, un asombro compartido que casi nunca se consigue. Eso lo convierte en el héroe de nuestra época. Sus respuestas, lentas, deslavazadas, incomprensibles, demuestran que es sustancialmente un hombre inocente, no en el sentido de que está «libre de culpa», sino que es «cándido, sin malicia», pues a poca que tuviera, meditaría algo más sus respuestas. O sea, que resulta estructuralmente inocente, angelical a machamartillo.

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Asombra que afrontase una declaración ante el juez sin haber preparado mínimamente alguna respuesta ante preguntas obvias. Quizás la improvisación es un atributo de la ingenuidad. Con todo, sorprende que no sepa a qué se dedica realmente, ni cuándo va al despacho («siempre que lo necesito») ni dónde está este.

Su definición de la oficina de Artes Escénicas, de la que es jefe, resulta antológica: esta alma cándida supone que es la oficina que se dedica a las Artes Escénicas. Se agradece la simplicidad de la respuesta, pues si sale como Begoña a lo mejor nos habría explicado que es el espacio inclusivo y performativo donde se expresa el activismo cultural del scenic arts desde una perspectiva colaborativa.

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Así que ha nacido una estrella que resultará incapaz de estrellarse, pues ha podido contestar con semejante desparpajo y displicencia a cuestiones que le incumben gravemente.

Tampoco hay que preocuparse si no sabe de qué va su trabajo, dónde tiene que ejercerlo y con quién. Con semejante frescura intelectual, parece lo mejor. Otra cosa es que esté incluido en el presupuesto, pero quizá sea mejor no ponerse tiquismiquis en esto, con lo que hay. Este no hará nada, pero habida cuenta la candidez que emana, tampoco causará graves destrozos, lo que no es poca cosa en estos tiempos.

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