La historia que nos robaron

Ni rastro del papel importante de los españoles

Manuel Martín Montero

Viernes, 31 de marzo 2023, 23:20

En los colegios se enseña historia, sí, pero ni rastro del papel importantísimo de los españoles y, en especial, los andaluces en América y Filipinas. ... A pesar de que existen episodios emocionantes y llenos de aventuras, que a los pequeños les encantaría conocer…

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La imaginación se dispara cuando recordamos a aquellos expertos marinos andaluces, dueños de experiencias y medios para enfrentarse al Océano Atlántico, la extraordinaria calidad marinera de los hombres de la mar de esta tierra y del poderío de la nobleza andaluza, que mucho tuvo que ver en el descubrimiento de América.

La Orden Franciscana también ocupó un lugar preeminente en aquella hazaña que cambió la historia, pues defendía llevar la fe de Cristo fuera de nuestras fronteras, explorar la naturaleza, la mística de los descubrimientos, salir de las clausuras…

Además, Andalucía estaba perfectamente ubicada geográficamente, como una plataforma abierta al Atlántico y al Mediterráneo y bien conectada con el interior. Por ello, estos marinos estaban comprometidos desde tiempo antes en las exploraciones atlánticas.

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Todos estos elementos confluyeron para que lo que después se llamó el descubrimiento del nuevo mundo tuviese éxito, con todos los beneficios de intercambio y mestizaje que se produjeron después. Andalucía, unida irremisiblemente a la Corona, era un referente en el mundo, parte de una gran empresa que fue capaz de poner en marcha las primeras rutas con Asia. Una historia que nos han robado, porque nadie se molesta en reivindicarla ni rememorarla. Un pasado glorioso para cuya difusión no se destina ni un euro.

Para lo que sí se dedican millones de euros es para publicitar por parte de la Junta de Andalucía una historia muy reciente, que está fresca en la memoria de todos con sus corruptelas y su politiquería.

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La realidad es la Andalucía invertebrada, de dos velocidades, con un tren construido para la Expo 92 pensado para una parte de ella, pero no para ciudades como Granada, que tienen un vergonzoso tren –si se puede llamar así con las comunicaciones que hay en el mundo en el siglo XXI– que tiene que pasar por Antequera para ir a Madrid.

Como el niño que repite que no se ha comido el caramelo, cuando se nos ha vendido una ficción como el Estatuto de Autonomía de Andalucía hay que gastar mucho dinero en hacernos creer que es otra cosa distinta de la que es.

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Otra moto que se nos vendió es que la A-92 vendría a vertebrar Andalucía y lo que hizo fue iniciar el saqueo que la clase dirigente protagonizó y afinó así sus habilidades para el latrocinio.

El Ejecutivo andaluz se ha gastado hace poco un auténtico dineral en publicidad que de manera machacona y persistente ha emitido durante semanas. Y yo me pregunto: ¿De quién son esos olivos mientras sacabas tus tópicos ideológicos? ¿Nadie se pregunta de quién es el dinero público que malgastan de forma tan obscena?.

Tanta inversión en publicidad no tapará la vergüenza de estas últimas décadas de los nuevos señoritos que aparecían ante el público al principio como menesterosos y que venían a defender a los pobres y que hicieron grandes fortunas a costa de todos los andaluces.

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No tapará a los listillos siempre dispuestos a pegar el bocado donde sea y a costa de lo que sea, como cuando aparecieron en Armilla en plena pandemia para ponerse las botas esta vez en forma de respiradores y mascarillas. ¡Vergüenza les debería haber dado de aprovecharse de un momento así de complicado que se llevó tantas vidas!

En esta historia reciente de Andalucía, que no ha estado exenta de corrupciones, zancadillas políticas, relevos, abuso de partitocracia y palabrería, se ha creado un nuevo espécimen político: el habitante del paraíso idílico para parasitar las instituciones y que está entrenado para ni siquiera sonrojarse cuando habla de pobreza y desigualdades. En definitiva, la versión mejorada del cara de cemento.

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