Mantras

Cuando yo era crío mis padres me enviaron a un seminario a Logroño pensando que podría ser un buen cura o casi. Eran tiempos muy ... diferentes a los actuales. De hecho mis padres no me enviaron al seminario pensando en qué era lo mejor para mí, sino en qué era lo mejor para ellos. Por aquel entonces se decía que quien tuviera un hijo cura se aseguraba que las puertas del cielo estarían abiertas cuando le llegase el momento final. No fui cura y espero que eso no le haya supuesto ningún problema a mi padre, ya fallecido, ni se lo vaya a suponer a mi madre que aún tiene, como todos nosotros, pendiente el día del juicio final. Pero no era eso a lo que me quería referir, sino a que entonces la vida era muy distinta a la de hoy. Todavía vivíamos bajo la dictadura de Franco, tan añorado por muchos, lo que suponía que de libertades nada de nada. Quien me ha llevado a pensar en el seminario de Logroño ha sido el presidente del PP, Pablo Casado, y sus frecuentes visitas a Bruselas. En el seminario si te descuidabas siempre había algún meritorio que a la mínima que hicieras se iba a ver al padre superior y te ponía a caldo. Así actúa Pablo Casado y por eso me he acordado del seminario. El presidente del PP se fue el jueves a Bruselas a llorar a quien le quisiera escuchar por las atrocidades que está cometiendo el Gobierno español y que dará paso a algún tipo de 'vendetta' como bien dijo ayer el desubicado de José María Aznar al afirmar que estamos en tiempos de anotar y de recordar en el futuro el apoyo de los empresarios y los obispos a los indultos a los condenados por el 'procés'. Casado se plantó en la capital comunitaria al igual que lo hiciera hace un año cuando envió una carta poniendo a caldo al presidente del Gobierno justo cuando se estaba elaborando el acuerdo que dio pie a los fondos de reconstrucción europeos para superar la pandemia y que, afortunadamente, ahora vamos a empezar a recibir; y lo hizo en octubre pasado para denunciar el nombramiento de la exministra de Justicia, Dolores Delgado, como fiscal general. Imagino que cada vez que Casado pisa Bruselas la madre superiora de la UE, Ursula von der Leyen, se echará a temblar.