El malabarista
Él aspiraba a ser astro del 'Star System', y para ello luce hechuras y andares de pistolero
Va de estratega, pero no lo es. Tampoco es un estadista. Astuto sí es, y mucho. Como dijo Pérez-Reverte, todo un personaje novelesco, quizá ... el pícaro perfecto. Yo sostengo que Sánchez es malabarista y no un estadista, pues no es persona de gran saber y visión estatal; su vínculo es al poder, no al Estado. El orden constitucional le importa un carajo si lo aparta de su querencia al poder por el poder mismo. Ah, y por los accesorios, como tener las llaves del Falcon.
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Él aspiraba a ser astro del 'Star System', y para ello luce hechuras y andares de pistolero. Pero se quedó en malabarista, en volatinero de este circo aún llamado España. Eso sí, su astucia es tal que ya la quisiera Maquiavelo. Ojo, y como gran malabarista es vitoreado por sus adeptos; casi todos clientelares que fuera del enchufe, ¿qué otra cosa harían? Su consumado entramado de paguitas y prebendas pastueñas pasará a los anales y, desde luego, a los manuales de Ikea: Sobre cómo hacer gigantesco castillo de naipes usando las cartas marcadas de muchas –y contrapuestas– barajas.
Estupendo malabarista que se aprovecha de que al común de los hispanos resbalan los números y la letra pequeña. Y así, con el buen conformar de estos parroquianos, quién no deviene en autócrata disfrazado de mandatario. (Quizá yo el primero, si me dejan).
Muchos -malpensantes ellos- dicen que fenecerá en breve (en términos políticos, claro), pues su taimado oficio de voltear ideas y manipular al personal como a monigotes, tiene los días contados. Dicen otros –igual de tendenciosos- que no le valdrán malabares con Puigdemont y sus secuaces en cuanto se percaten de que solo les ofrece casquería, ya que no los obsequiará con el referéndum que tanto ansían las taifas 'indepes'. Y ello porque no cabe en la Constitución.
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Algunos se carcajean. Pues algo parecido ya se dijo con el truco de la amnistía, que gracias a sus tretas ahora encaja y será bendición el olvido de los delitos de lesa constitucionalidad cometidos por aquella cuadrilla. Ríen ellos porque se pone en bandeja de platino la desmemoria y una colosal reparación dineraria que a los españolitos va a costar el riñón de la desigualdad.
Ahora y como dictan las reglas medievales, habrá privilegiados separatistas catalanes, vascos y quizá alcance la providencia a los gallegos radicales apuntados al chollo. Mientras, por otra parte, habrá hordas de parias, habitantes harapientos de otros territorios convenientemente igualados a la baja.
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Esta deriva autoritaria y feudal es propia de una política histérica, donde nada pasa por la criba del sentido común, donde unos fanáticos reabren heridas y ponen en jaque a España, gracias a que, por ahora, tienen como rehén genuflexo a un malabarista ególatra. En fin, ¿qué tendrá Moncloa para que nuestro malabarista se sacrifique tanto? ¿Será que el poder es divertido, o será que la mentira alimenta la ignorancia? Cosas de malabarista, supongo.
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