La Maga Ayuso

Se da por hecho que los progresistas dejan a sus parejas de una forma más humana. Primero le hacen al novio o a la novia un ERTE amoroso, para que se vaya haciendo el cuerpo

Sábado, 1 de mayo 2021, 01:37

Tengan por cierto que en Caracas la falta de suministros básicos no es ni mucho menos la principal inquietud de la población. Tampoco el desempleo, ... la persecución a los opositores o el asalto a las instituciones desde el poder. Ni siquiera preocupan de verdad la hiperinflación, el secuestro de los medios informativos o la polarización extrema de una sociedad depauperada. Quiá. El primer desasosiego de los venezolanos consiste en que a diario se topan por las calles con sus exparejas. Se dan de bruces (dios santo, qué expresión más historiada y bella) con antiguos novios, esposas, maridos, rolletes, amantes, queridas y cónyuges. Sufren el embarazoso trance de encontrarse en la calle, en los bares o en los ambulatorios con gente con la que un día vieron amanecer abrazados, nunca nos separaremos, te querré siempre, no puedo vivir sin ti, en qué piensas, necesito tiempo, no sos vos, soy yo.

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Y esa calamidad ocurre porque allí no gobierna Isabel Díaz Ayuso. Lo más turbador de la definición de libertad expresada por la presidenta madrileña no es que sostenga que consiste, entre otras cosas, en poder cambiar de pareja y no encontrártela nunca más. El estremecimiento es pensar en los proyectos que la izquierda tiene sobre el asunto, planes tan taimados que necesitan de un gobierno conservador que garantice que esas vidas antaño unidas se convertirán en líneas paralelas que nunca se cruzarán tras la última despedida. En la ingeniería social propia de los regímenes socialistas, se promueve una paz sentimental mal entendida. La presidenta libertaria aspira a asegurar el neoliberalismo aplicado a las relaciones amorosas.

Se da por hecho que los progresistas dejan a sus parejas de una forma más humana. Primero le hacen al novio o a la novia un ERTE amoroso, para que se vaya haciendo el cuerpo, y si finalmente le despiden, lo hacen en las mejores condiciones, con 45 perdones por año de relación, todos los libros y discos que quiera llevarse y, por supuesto, la custodia del perro. En cambio, las rupturas de derechas son como un hachazo. De un día para otro, sin preaviso ni indemnización. Por whatsapp, incluso. Por eso los progres son amigos de sus exnovios y en cambio los fachas no quieren verlos ni en pintura. Y prefieren vivir en Madrid.

Verse por azar es una oportunidad que transita entre el hechizo y la repulsión en función del momento, pero trazar una línea Maginot en las ciudades es una quimera que ni siquiera está al alcance de Díaz Ayuso. ¿Será Isabel la Maga sin nombre de Cortázar, esa que navegaba entre los puentes de París buscando encuentros casuales con su pretendiente? No tiene pinta, no.

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