Cuatro año de apagones

Si no fuera por la perseverancia del defensor municipal de la ciudadanía y los vecinos comprometidos, más de uno pensaba que el asunto ya estaba zanjado… Pues no, miren. Se cumplen los cuatro años, aunque creo que son más, y seguimos en el barrio de Almanjáyar y sus aledaños con los apagones que privan a los sufridos vecinos de una energía tan necesaria hoy en día, una energía que no fluye y los deja sin ventiladores en verano y sin estufas ni radiadores en invierno, por poner un ejemplo molesto, pero no el único. Para 'celebrar' esta fecha, recordemos lo que sigue pasando, según las listas que han elaborado para que no los olvidemos: negocios que, de buenas a primeras se quedan en penumbra: caja registradora desconectada, ordenadores desconectados, luz de techo desconectada, probadores desconectados. Alumbrados públicos que, en plena noche dejan de dar luz y hay que regresar a casa a oscuras. Personas dependientes de una máquina de oxígeno; o de una silla de ruedas eléctrica. Mayores que han de subir escaleras porque el ascensor ha dejado de funcionar. Niños que hacen sus deberes escolares con un camping gas…

Las peticiones a la empresa eléctrica, que debería liderar la búsqueda de soluciones, resultan sonrojantes: ¿cómo es posible que no tengan un número de teléfono dedicado para que los clientes de la compañía puedan notificar las incidencias? ¿Que no sean capaces de valorar el perjuicio que están causando a las personas como para indemnizar a los que han sentido los efectos en su salud, su movilidad, etc.? y que siempre eche la culpa a los usuarios? Por otra parte, los vecinos, ahora y desde hace varios años, están pidiendo que se pongan de acuerdo las administraciones competentes y no se echen la culpa mutuamente.

Todo parece indicar que los enchufes clandestinos que alimentan los 'cultivos' de marihuana son los culpables de este problema que parece no tener fin. Otro despropósito que aumenta sin cesar, sin que haya visos de solución. Es urgente que los responsables de las diferentes administraciones se pongan a estudiar qué medidas se van a poner para acabar con estos daños que afectan a gente trabajadora que pagan sus recibos y obtienen un deficiente uso en el día a día. Todo ello, por culpa de unos delincuentes que, por lo que se ve, no hay quien los meta por vereda. Sin olvidar la falta de eficacia de la compañía eléctrica y las distintas instituciones implicadas.