Puerta Real

El Año de Carlos V

El año que viene se conmemora el quinto centenario de la presencia en Granada de uno de los personajes más destacados de nuestra historia

Mª Dolores Fernández-Fígares

Martes, 22 de julio 2025, 22:59

Hay en la historia momentos cargados de un significado que perdura en el tiempo y en la memoria de las gentes. Tal es la visita ... a Granada del emperador Carlos, primero de España y quinto de Alemania, como decíamos en las antiguas clases de Historia. Precisamente el año que viene se conmemora el quinto centenario de la presencia en Granada de uno de los personajes más destacados de nuestra historia, cuyas huellas siguen viviendo en nuestra ciudad. El emperador, su esposa Isabel y su séquito, que por cierto estaba formado por 600 personas que tuvieron que alojarse como pudieron, según nos cuenta el profesor Francisco Sánchez-Montes. Venían de Portugal después de haberse celebrado en Sevilla, una boda que se había gestado por conveniencia y sin embargo dio lugar a una historia de amor, aunque breve entre Carlos e Isabel. Dicen los expertos que la feliz estancia del emperador en Granada resultó ser la más extensa de todas las de su reinado, que le obligó a estar en continuo movimiento, debido a la complejidad de sus necesidades. Muchas decisiones se forjaron en Granada, entre ellas el surgimiento del arte renacentista, la nueva poesía, por ejemplo, o una cierta idea de Europa común para muchos pueblos. No es una exageración, pero está claro que Granada inspiró al emperador muchas ideas para el futuro, como por ejemplo la fundación de la Universidad de Granada.

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Sería muy interesante que en las conmemoraciones que sin duda se están preparando hubiese un lugar para la emperatriz Isabel de Portugal, pues estuvo a cargo como regente, gobernadora y administradora, asesorada por un Consejo de Estado, compuesto por el arzobispo de Toledo, Fonseca, el arzobispo de Santiago, Juan Tavera y por los nobles conde de Miranda y el señor de Belmonte. Así lo expresó el propio Carlos: «Conociendo las excelentes virtudes prudencia y grandes calidades que para esto concurren en la serenísima, muy alta y muy poderosa Emperatriz y Reina doña Isabel, nuestra muy cara y muy amada mujer y el amor que a estos nuestros Reinos y súbditos tiene... elegimos y señalamos, constituimos y nombramos a la dicha Emperatriz y Reina, para que sea nuestro Lugarteniente General y Gobernadora de estos dichos nuestros Reinos y Señoríos, de Castilla, de León, de Granada».

Lamentablemente, hay pocos datos publicados sobre el trabajo de la reina, pues los historiadores aplican el cliché de que la esposa de un rey tiene como primordial o única función engendrar y criar a sus hijos. Pero felizmente se conservan numerosas cartas entre el rey y la reina, que muestran asuntos de estado que deben abordar ambos. Tenemos también la opinión de Pedro de Mexias que escribe sobre los reinos de Castilla y Aragón: «Las cosas estaban en toda quietud y paz, gobernando estos reinos la emperatriz santa y prudentemente. Y por esto no hay novedades ni sucesos que escribir de sobre ellos, ni hasta hoy los ha habido».

Y Jover, otro erudito de ese tiempo describió así: «Es difícil exagerar el papel desempeñado por la joven emperatriz –prudente, delicada, eficiente, tan leal colaboradora de su marido como compenetrada con sus súbditos de Castilla–, en la rápida castellanización de una dinastía extranjera».

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