Raro es el día en que no nos desayunamos con promesas de una gran obra, un proyecto futurista, o la colocación de una primera piedra, ... pero se pueden contar con los dedos de una mano –y sobran dedos– las inauguraciones de obras terminadas. No importa. Vemos fotos de reuniones preparatorias para planificar un proyecto, las firmas de los primeros acuerdos, las visitas a los lugares que albergarán futuros edificios, los parones de obras por costes sobrevenidos, la reanudación de las mismas, los nuevos acuerdos... Así, hasta el infinito y más. Y no me estoy refiriendo solo al tren de Motril. El viernes se publicó la foto de los presidentes Pedro y Juanma presentando el mayor proyecto de hidrógeno verde en Europa, que se ubicará en Cádiz y Huelva y que generará –tomen nota– diez mil puestos de trabajo. Ese mismo día, en el suplemento Gourmet de este diario, Álvaro Palacios, bodeguero y presidente del grupo de protección del Paisaje y Viñedo, afirmaba que «lo que ocurre en España con las energías renovables no tiene parangón» y que «estamos destruyendo un patrimonio, que es el arquetipo de mundo rural con más progreso y futuro». Discrepancia de criterios, David contra Goliat, viñedos contra plantas solares… véanlo como quieran. Mi lealtad a Noé y al vino me obliga, obviamente, a ponerme del lado del viticultor. Dado que todo apunta a que este choque de intereses va a dar mucho juego, abriré una nueva carpeta para archivar todo lo que se publique de esa planta antes de que empiece a dar luz.
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Ahí lo dejo, porque hoy quería hablar del lobo y el cordero. No de los protagonistas de la famosa fábula de Esopo, sino de esa maldita viruela ovina y caprina que ha llevado la ruina a los sufridos ganaderos de la comarca de Baza. Hace menos de un mes estuvieron allí los presidentes del Gobierno y de la Junta para acompañar a Pepe Entrena en el bautismo de la línea de alta tensión que llevará el progreso a la comarca. Un eje eléctrico que recibió el nombre de «autopista eléctrica Caparacena-Baza». Queda guapo, de verdad. Sorprendió que a ninguno de los tres, ni a sus jefes de prensa y propaganda, se les ocurriera enviar un mínimo mensaje de aliento a esos ganaderos, que no podrán vender ni un cordero esta Navidad. Han tenido que sacrificar más de 4.000 y tienen otros 35.000 inmovilizados. Promesas difusas de ayudas llegaron días después. Al menú de la comarca se le ha caído el plato estrella: esa lata de cordero segureño cocinado al horno, que quita el sentido y las penas. Hasta los pastores de los belenes han torcido el gesto al ver tanta ruina y tan poca solidaridad.
Para poner la guinda triste a este amargo panorama, la señora Von der Leyen ha decidido mantener en su estatus al lobo, que se está poniendo 'púo' con sus razias en los Alpes y en los montes de Castilla y León. (En Granada, menos, porque ya se encargaron en su tiempo los loberos de Huéneja de darles matarile). Fueron 104 eurodiputados, varios de ellos del PSOE y del PP, los que pidieron rebajar un poquito el nivel de protección de este bicho por los desmanes que ocasiona, pero han ganado la partida los animalistas. El lobo seguirá engordando a costa de los ganaderos. Para nosotros, las coles. El adanismo rampante no parará hasta conseguir que solo comamos lechugas y otras hierbas. Como mucho, un plato de hormigas culonas y saltamontes fritos. Magnífico menú de Nochebuena.
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