'Para la libertad, sangro, lucho, pervivo...'

Líneas discontinuas ·

Nunca antes la palabra libertad ha estado tan desvirtuada. Entre las causas está la perversa influencia del marketing, a propósito de la campaña electoral madrileña, ligada al uso partidista y negacionista de las restricciones por la pandemia. Medina y Agudo analizan un término sagrado para muchas generaciones.

ERNESTO MEDINA RINCÓN Y ANTONIO agudo MARTíN

Jaén

Sábado, 15 de mayo 2021, 11:42

Ernesto Medina Rincón

Liberticidas y …

La famosa frase «libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre» la pronunció en 1793 Marie-Jeanne Roland de la Platiere momentos antes de ser ... guillotinada en la plaza de la Concordia parisina. Una revolucionaria asesinada por la Revolución. El fin de semana de desenfreno popular en España no da para tanta épica, pero demuestra que al menos se ha popularizado una capacidad pasmosa para tomar el nombre de la libertad en vano. La estulticia ha convertido la libertad en sinónimo de Ayuso para poder salir hasta las tantas y juntarse sin mascarillas y alcohol con la peña como si el virus hubiera retrocedido derrotado e inerme ante el exorcismo «vade retro, por la libertad». Suponen los que celebran el final del toque de queda, como si fuera el Día de la Victoria tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, que gritando «libertad, libertad» llevan un crucifijo y una estaca de madera para conjurar el vampiro de la Covid.

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Constato que los negacionistas, los 'conspiranoicos' y los 'plandémicos' eran muchos más de los que creíamos. Sin distinción de edad, sexo, religión, condición social o ideología. Eran jaramagos en primavera y cagarrutas de cabra en los caminos de la trashumancia. Infinitos e inservibles que no han llegado a entender que para ser libres primero hay que estar vivos. Supongo que su raciocinio no da para tanto.

La cual estupidez hubo de ser entrevista por el gobierno que decidió primero confinarnos un trimestre en nuestras casas. Después, obligarnos a estar pendientes de las señales horarias de Radio Nacional. Hasta que de pronto, como la luz surgida del caos en la creación del mundo, estalló la aurora de la nueva normalidad. «Salgan y vivan; ahí tienen su libertad recobrada» parece proclamar el levantamiento del estado de alarma y la abúlica inoperancia gubernativa. Ni antes fui privado de mi libertad, ni ahora me la han devuelto. Nunca he carecido de mis derechos ni nadie ha venido generosamente a devolvérmelos. Vivimos en una sociedad gaseosa en la que los principios más importantes se banalizan. La libertad, por ejemplo, sufre una inflación mortal cuando la escuchamos en boca de un fiestero. Carece de carga conceptual y política. No significa. Pero a un gilipollas no se le puede llamar liberticida. A quienes tendremos que pedirles cuentas es a los que hicieron dejación de sus funciones y arrastraron la palabra 'libertad' por los albañales de la ignominia.

Antonio Agudo Martín

... los que están hasta el gorro

Libertad, cuántas cárceles hay llenas en tu defensa. Desconfío de los que me la prometen porque seguro que llevan grilletes escondidos. Cada vez que flamean esa bandera, la de la libertad, se cierra una mazmorra con los disidentes dentro. Pregonan la libertad, pero dentro de sus barrotes ideológicos. Quien no la entienda así, como ellos, ya se puede dar por enchironado. A prisión por el bien de la libertad del pueblo… Menudo espectáculo han dado (y siguen con el show a día de hoy) desde sus tribunas, púlpitos y atriles. Que si la libertad es irse de cañas, tomar tapitas de berberechos o darse lingotazos de Tanqueray con tónica. Que si la libertad es fajarse y marcar silueta a lo Lenin en cada plano televisivo y salir en instagram con una camiseta de Bakunin. Que si la libertad somos nosotros y ellos no…

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Pero la libertad no es algo que nos regalen ustedes, queridos politicastros. La libertad es algo que nos ganamos los españoles hace muchos años y que ustedes deberían dejar de manosear y meterle mano hasta la garganta para acallar la verdad: la libertad no es lo que ustedes digan o quieren que sea. La libertad es un patrimonio colectivo que, colectivamente, se tiene que defender y no pertenece a unos determinados colores, pensamientos y banderas. La libertad, señorías, es poder dejar de votarles, hacerlo o ignorarles. La libertad, estimados representantes, es poner en entredicho sus decisiones o seguirlas, si así nos place, pero como dice mi compañero de página: la libertad no la vamos a encontrar en un cesto de mimbre repleto de cabezas recién guillotinadas.

Tampoco la libertad está detrás de un muro agujereado por las balas de los pelotones de fusilamiento. Ni siquiera a golpe de bomba lapa o tiro en la nuca. Mas bien la libertad está en la vida cotidiana de los vecinos que quieren que los dejen tranquilos y vivir a su aire porque ellos saben que cuando llegue el momento defenderán la libertad. Tendrán que ser los que pongan los muertos en esas fosas y tumbas que han empedrado el camino hasta llegar aquí. El soldado desconocido siempre es de una familia que no entendía cómo unos gilipollas henchidos de soberbia llevaron a sus hijos y nietos a morir en playas y páramos en nombre de una palabra que se usa tan a ligera. Tanto o más que el arsenal de misiles.

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