Justicia universal

Alemania juzga a un coronel sirio, de los servicios de inteligencia, acusado de cometer torturas y asesinatos bajo las órdenes de sus superiores

mercé rivas

Martes, 2 de febrero 2021, 22:17

Alemania, gracias a disfrutar de la doctrina de la jurisdicción universal (en virtud del cual es posible la persecución penal de determinados crímenes de gravedad ... cometidos en el extranjero), está enjuiciando a un miembro de los servicios de inteligencia sirio, acusado de torturas y asesinatos. En España no podría ocurrir ya que se eliminó en 2014 –se reformó con tantas limitaciones que supone prácticamente una derogación de facto de la justicia universal–. Por esa razón el pasado 23 de abril comenzó en la histórica ciudad alemana de Coblenza, en el centro de Alemania, un juicio contra Anwar Raslan, coronel del Ejército sirio que, bajo las ordenes de sus superiores, cometió todo tipo de torturas y agresiones sexuales a cuatro mil personas de las cuales 58 murieron. Aslan puede ser sentenciado a cadena perpetua.

Publicidad

Nos encontramos ante un momento histórico, ya que nadie ha podido llevar ante los tribunales al régimen de Bashar Al Assad, debido a que en todas las votaciones internacionales siempre cuenta con el apoyo de Rusia y China. No olvidemos que Rusia apoya incondicionalmente al régimen dictatorial de Siria y ha participado activamente en la guerra.

Este juicio, en realidad, comenzó un día nublado en un supermercado turco cercano al Memorial del campo de refugiados de Marienfelde, famoso por acoger a refugiados alemanes en los años 50, a las afueras de Berlín.

El abogado sirio de 61 años, Anwar al Bunni, conocido en su país por su defensa de los derechos humanos, salía cargado con bolsas del supermercado junto a su mujer cuando se topó con un hombre delgado, enjuto, con poco pelo y bigote. Su primera reacción fue de asombro pero no supo decir de qué lo conocía. Fue días más tarde cuando un amigo sirio le informó que el torturador Anwar Raslan vivía cerca de él. A partir de ese momento, Al Bunni se puso en marcha.

Publicidad

Tanto Al Bunni como Raslan habían estudiado derecho en Siria, pero ejercieron su profesión en lugares opuestos. Uno, defendiendo los derechos humanos y el otro, colaborando con la dictadura de Bashar Al Asad.

Al Bunni decidió estudiar derecho después de ver que todos sus hermanos eran encarcelados por su afiliación comunista, pero su carrera universitaria la tuvo con compaginar con un trabajo a principios de los ochenta. Paradójicamente, lo hizo como albañil en la construcción de la cárcel de Saydnaya, la más cruel de Damasco. Posteriormente, en el año 2008 recibió el premio Front Line, como defensor de los derechos humanos, y en 2009 el Premio a los Derechos Humanos de la Asociación alemana de Jueces.

Publicidad

Raslan trabajó primero en la policía y posteriormente en los servicios de inteligencia. Acusado en estos momentos de crímenes de lesa humanidad, desertó en 2012 tras desatar el terror en las cárceles sirias.

Diez años después de comenzar la guerra en su país, Raslan se ha convertido en la primera persona en enfrentar un juicio en el mundo acusado de tortura y asesinato de civiles en Siria. Ahora, Al Bunni se sienta en una amplia y austera sala de Coblenza, junto al Rhin, ante tres jueces y acompañado en todo momento por un ayudante suyo, Eyad al Gharib que también fue a parar a Alemania.

Publicidad

Al Bunni, nacido en Hama, luchó desde su juventud por una Siria más democrática y fue detenido en numerosas ocasiones, con una condena de cinco años. Todos los miembros de su familia también pasaron por las cárceles por las mismas razones, hasta que en 2014 decidió abandonar su país tras una salida rocambolesca hacia el Líbano. Primero huyó su familia y después él. Desde Beirut voló a Berlín, donde solicitó asilo. En marzo de 2015 Bunni voló a Nueva York para intervenir en Naciones Unidas sobre las desapariciones forzadas en Siria. Pero a su vuelta a Berlín vio con desesperación cómo las autoridades alemanas no escuchaban sus denuncias.

La prestigiosa organización Amnistía Internacional lo designó como «preso de conciencia». A partir de ese momento su objetivo fue ir buscando pruebas y testigos de las torturas y asesinatos que han ido acaeciendo en su país, con el fin de conseguir, por fin, algún tipo de condena internacional.

Publicidad

No hay que olvidar que Bashar al Asad ha llevado la destrucción física y humana al país. En donde más de seis millones de sirios se encuentran en condición de desplazados internos, o sea, dentro del país y otros seis millones desperdigados por el mundo.

Desafortunadamente, la justicia española no ha podido seguir el mismo camino que Alemania ya que en 2014, la justicia universal fue anulada por el Gobierno de Rajoy.

El hecho que desencadenó la anulación fue que el Tribunal Constitucional ordenó a la Audiencia Nacional que instruyera el caso de acusación contra dirigentes de China por perseguir al Grupo Religioso Falun Gong, por genocidio y torturas. Aunque ni los demandantes ni los demandados eran españoles, el Alto Tribunal recordó que no era excusa para no enjuiciarlos en virtud del principio de justicia universal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad