'Zorra'

Insulto que muchas mujeres reciben, por no asumir el machismo

Juan Santaella

Miércoles, 8 de mayo 2024, 23:23

El próximo sábado se celebra en Malmö (Suecia), la 68ª edición del Festival de Eurovisión. España participa con una canción cuya letra ha sido objeto ... de duras críticas, por la derecha (es demasiado feminista y descarada), pero también por la izquierda (no defiende el feminismo sino que lo banaliza).

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'Zorra' pretende reapropiarse de un símbolo negativo, utilizado históricamente contra las mujeres, para reivindicar así sus derechos. En 1983, el grupo musical Las Vulpes cantaron 'Me gusta ser una zorra', y creó tal polémica que la Fiscalía se querelló por escándalo público, aunque fue archivada tres años después.

La idea de resignificar los insultos ha sido utilizada por colectivos discriminados históricamente como mujeres, negros, grupos LGTBI o gitanos. Para la socióloga Carmen Romero Bachiller, ese procedimiento de resignificar el insulto es muy antiguo, y su efecto social es muy «potente, porque al tiempo que señala la desigualdad y la violencia que entraña el insulto, la persona insultada, en lugar de sentir vergüenza, lo colectiviza y utiliza con orgullo y dignidad el término». Por esa resignificación, para los intérpretes de la canción, ésta es «un homenaje a todas esas mujeres que nada ni nadie les hizo callar».

Históricamente, la denominación de zorra es un insulto que muchas mujeres reciben, por no asumir el papel que la sociedad machista les tiene reservado: sumisas y dóciles al dominio del varón. Él, sin embargo, desde siempre (hoy, bastante menos), podía salir y volver cuando quisiera, perder el tiempo y el dinero en el bar con sus amigos, divertirse libremente, y no responder ante nadie de sus actos. Tradicionalmente, si eso lo hacía la mujer significaba romper el molde para el que había sido concebida («era una zorra»).

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Muchos términos se han resignificado, tras haber mostrado menosprecio y humillación. El mismo término feminismo fue ideado por el médico francés Fanneau de la Cour, en el siglo XIX, al decir de los hombres enfermos de tuberculosis, disminuidos en sus atributos sexuales, que 'sufrían de feminismo'. Fue la francesa Hubertine Auclert quien le dio la vuelta a la palabra, se reapropió de ella y comenzó a darle el significado que tiene actualmente.

Sin duda, estamos ante una canción que tiene un significado radicalmente diferente al que aparentemente expresa, gracias a la ironía, práctica eficaz de la comunicación implícita, tema central de la Pragmática, 'reasignadora' de significados. Según Graciela Reyes, Profesora de la Universidad de Illinois, la ironía es una afirmación doble: se dice algo y, al mismo tiempo, se transmite al interlocutor: «No quiero decir eso, sino lo contrario», logrando así economía y eficiencia lingüística. Es decir, mediante la ironía somos capaces de redescubrir otros significados ocultos de las palabras, reasignándoles nuevos significados.

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Para Austin, uno de los fundadores de la Pragmática, la ironía es un «lenguaje no serio», porque nos transmite lo siguiente: «digo esto pero no quiero decir esto». El significado irónico es siempre implícito. No hay ironías explícitas. Como dice George Steiner, el lenguaje es demasiado conservador y opaco para expresar intuiciones nuevas, de ahí los intentos de innovaciones lingüísticas de los poetas, de los pensadores y de los artistas mediante la ironía (entre ellos, los músicos). Al forzar el lenguaje, la ironía genera ambigüedad, riesgo y complicidad entre los interlocutores que quieren interpretarla; o desorientación, en otros.

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