Durante estos últimos años, varios profesores, en estrecha colaboración con vuestros padres, os hemos intentado educar, es decir, conducir por la senda del esfuerzo y ... del trabajo bien hecho. Hemos entendido que educar es informar y orientar, pero, sobre todo, es formar. Hemos tenido muy presente, también, que no se puede educar sin profundizar en los valores, esos principios que dan sentido ético al vivir, y permiten la creación de un mundo habitable, y sin los cuales la vida se convierte en una selva, en la que prevalecen sólo los fuertes, los ricos y los poderosos.
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De vosotros, los más felices, el día de mañana, no serán los mejor situados, los profesionales más altos, ni los de más prestigio social, sino los que practiquen tres valores esenciales: el trabajo bien hecho, pues cada día la sociedad valora más al buen profesional, sea fontanero, médico o artista; ser educados, es decir, valorar y tratar con respeto y mimo a los que nos rodean; y ser honrados y buenas personas, sabiendo que vivimos para ayudar a los demás, y no para vivir a costa de ellos .
A pesar de ser el vuestro un curso brillante intelectualmente, sin embargo, falta compañerismo entre vosotros, no hay buenas relaciones, falta «buen rollo», y eso me intranquiliza, porque en la vida como en la clase os vais a encontrar con personas de diferentes credos, religiones y razas, y os tenéis que comprender y respetar, y, si no lo lográis ahora, tampoco podréis hacerlo en la sociedad. Y os digo esto sabiendo que no os agrada, pero esa es la cara más necesaria de la educación, la exigencia, que va íntimamente unida al amor.
Os ha tocado vivir una etapa difícil de la historia: hay una crisis profunda de valores que ha derivado en especulación y rapiña, y este capitalismo inhumano no tiene visos de cambiar –veamos lo que está ocurriendo en EEUU, con Trump– porque como dice Tony Judt «el capitalismo no regulado es el peor enemigo de sí mismo, pues más pronto o más tarde es presa de sus propios excesos y ha de acudir al Estado para que lo rescate, pero si lo que hacemos es recoger los pedazos y seguir como antes, nos aguardan crisis mayores en los años venideros». La economía se ha corrompido y se ha desvinculado del objetivo más noble que tiene: producir riqueza en beneficio de las necesidades de las personas, y no dedicarse sólo a la búsqueda del beneficio privado.
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Ante tal situación, os pido ilusión y no desanimarse: que estudiéis, que os forméis, que cultivéis la humanidad, que seáis libres, autónomos, críticos, y, a pesar de estos tiempos, felices. Decía Bruckner que la tragedia actual de la juventud es que buscan una «felicidad necesaria y gratuita», y eso no es posible. La felicidad exige esfuerzo, voluntad, principios éticos, solidaridad. Que tengáis pasión por las personas, por hacer felices a los que os rodean, y sólo así seréis felices vosotros; y no por las cosas: ni por el dinero que nos hace esclavos, ni por el poder que nos ensoberbece y nos hace miedosos e inconsistentes, ni por el prestigio que nos hace peleles de esta sociedad. ¡Ojalá vosotros seáis capaces de cambiar esta sociedad tan injusta e insolidaria que os entregamos!
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