A sus 81 años, Mateo Díez, de Villablino (León), tierra de literatos (de allí es mi amigo Víctor Corcoba, escritor y poeta), Licenciado en Derecho, ... y alto funcionario del Ayuntamiento de Madrid, es titular del sillón I de la RAE, desde 2001, tras haber conseguido, en dos ocasiones (1987 y 2000), el Premio Nacional de Narrativa, por 'La fuente de la edad' y 'La ruina del cielo'; y el Premio Nacional de las Letras en 2020.
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Él se define como «irrealista», y su obra es producto de «las tradiciones de la oralidad de los cuentos populares», que escuchaba en su niñez leonesa, y de la que lamenta su progresiva desaparición. Sus personajes suelen ser perdedores, pero él no se resigna a que claudiquen, sino que los reviste de heroicidad y de carga ética para afrontar los problemas, lo cual los acerca a Don Quijote.
Como dice Pilar Adón, Premio Nacional de Narrativa y de la Crítica 2023, «a través de ese mundo de soñadores y utópicos, Mateo es capaz de encarar el mundo, y descubrir el vacío existencial, la oscuridad que nos acecha y el aislamiento del ser humano». Y eso lo hace como Cervantes, con una ironía y una conmiseración sin límites, y sin pretender adoctrinar o moralizar con sus escritos, sino dejando que el lector, con ese mundo tan rico de experiencias, tenga pistas suficientes para sacar sus propias conclusiones.
El tribunal del premio Cervantes explicaba las razones de su concesión: «Por ser uno de los grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino, escritor frente a toda adversidad, creador de mundos y territorios imaginarios… Con una prosa, una sagacidad y un estilo que lo hacen singular en la consideración literaria del más alto vuelo… En su prosa sobresalen la pericia y el dominio indiscutible del lenguaje, en la que mezcla con maestría lo culto y lo popular, en un estilo exigente y de gran originalidad, donde prevalece el humor expresionista, paródico o esperpéntico como el mejor resorte para relativizar lo que sucede, y que conlleva una perspectiva lúcida y ambigua que permite comprobar la complejidad de la condición humana…; abordando temas universales como la memoria, la identidad o la muerte».
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En su mundo de fantasía, creó un territorio de ficción, rural, Celama, como García Márquez creó Macondo, donde circulan sus personajes y sus historias. Para Mateo, Celama es una «ventana a los más hondo y misterioso del corazón humano. Un territorio que conecta con esa España vacía, de futuro incierto, sin destino, y tendente al olvido absoluto». Quizá el mejor libro de Mateo Díez sea 'La ruina del cielo' (1999), donde múltiples personajes cuentan sus historias.
Al recibir el premio Cervantes, entre otras cosas, afirmó: «Mi obra construye un universo común, una geografía unitaria, … pues no he ido por caminos realistas, documentales o sociológicos, sino fundamentalmente imaginarios…. Pues el arte y la literatura pertenecen a la irrealidad». Y terminaba: «Ser cervantino es el gran recurso que tenemos. No hay mayor ejemplaridad, compromiso y ambición que la historia de Don Quijote y Sancho…; por eso, para mí, la creación de ficciones, la vida imaginaria, es más importante que lo real…; y vivo mucho más lo que escribo que lo que vivo».
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