Puerta Real

Antonio Machado, un hombre bueno

Ser bueno es ser valiente, pues la bondad requiere comprometerse con el otro

Juan Santaella

Miércoles, 13 de agosto 2025, 22:44

El 26 de julio, de hace 150 años, nació Antonio Machado, uno de los poetas más preclaros de este país, por la profundidad de su ... poesía, por su sensibilidad, por su coherencia y por asumir su destino. Hoy, como en su tiempo, el fascismo retorna de nuevo, en medio de una multitud expectante y pasiva, que no conoce el sufrimiento que éste entraña, y debe ser combatido, como lo hizo Machado: con bondad y valentía.

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A pesar de su sufrimiento –su lucha contra la dictadura, su exilio y su muerte fuera de España–, nuestro poeta nunca dejó de ser bueno. En 1908 publicó su 'Retrato', que colocó al frente de su libro 'Campos de Castilla', donde afirma: «y, más que un hombre al uso que sabe su/ doctrina, / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno». En el mismo libro, en la sección de Proverbios y Cantares, afirma que «ser bueno es ser valiente», pues la bondad requiere ayudar al que lo necesita, implicándose con él. Y es eso lo que hizo hasta el final de sus días. Y continúa: «El bueno es el que guarda, cual venta del camino,/ para el sediento el agua, para el borracho el vino./» Es decir, el bueno tiene que intentar atender las necesidades de los demás, al estar dotado de esa gran virtud tan poco frecuente entre los mortales.

En efecto, Machado reunió la bondad en su doble condición de hombre y de poeta. Por la sencillez, la profundidad y el sentimiento de sus versos, es el poeta del pueblo, y un auténtico patriota. Con buen criterio, tuvo la prudencia de advertir que era bueno «en el buen sentido de la palabra», porque en este nuestro mundo, como está de moda el pillaje y la ganancia, la bondad se suele identificar con ser «infeliz, idiota o ingenuo». Es más, los traficantes de nuestro tiempo, que a todo le ponen precio, han acuñado un término para ridiculizarla: «el buenismo», sinónimo de ingenuidad. Sin embargo, desde un punto de vista moral, la bondad es la más importante de las virtudes. Ya lo decía Bioy Casares: «Admiro la lucidez, pero prefiero la bondad, porque ésta es el resultado de virtudes y talentos».

En esa bondad patriótica que comparte el poeta con el protagonista del Quijote, Machado, gran admirador de Cervantes y de su obra, se preguntaba. «¿Necesita maestros de cordura esta tierra de vividores, de fríos y discretos bellacones? Locos necesitamos, que siembran para no cosechar. Cuerdos que talen el árbol, para alcanzar el fruto, abundan, por desdicha. ¿Dónde están los lunáticos, los idealistas, los renunciadores, en estas luchas de parásitos, que es la vida española?».

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Desgraciadamente, la semana pasada, un hombre bueno, en el sentido machadiano del término, nos ha dejado: el Dr. Manuel Morales. Siempre fue atento, acogedor y próximo con sus pacientes, y luchador incansable para eliminar la enfermedad y hacer la vida más agradable a la gente. Su hijo Álvaro, en el sepelio, contaba la prueba inequívoca de su bondad. «¿Papá, le preguntaba muchas veces, por qué no les cobras a muchos enfermos?» Y él le contestaba: «No estudié medicina para hacerme rico, sino para ayudar a los demás». Pues eso. ¡Cuantos Machados y cuántos Morales necesita esta sociedad!

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