Granada masónica
El historiador Ismael Ramos ha concretado el Sexenio Absolutista en Granada como sujeto de su investigación, plasmada en 'Heliópolis. Inquisidores contra Masones'
Intentemos situarnos, siquiera por un momento, en la Europa de la segunda década del siglo XIX. Napoleón y, con él, las ideas de libertad y ... progreso de la Revolución Francesa han sido derrotados, al parecer para siempre. Podríamos decir, parafraseando la conocida expresión de Carlos Marx, que «un fantasma recorre Europa», el de la reacción contra-revolucionaria más formidable, que además se vale de la represión más brutal. Las potencias vencedoras diseñan a su antojo y conveniencia el mapa de Europa en el Congreso de Viena e instituyen la llamada Santa Alianza, un pacto político y militar con objeto de ahogar en un baño de sangre cualquier estallido revolucionario. En España, la noche reaccionaria será, si cabe, aún más oscura. Comienza el llamado Sexenio Absolutista (1814-1820).
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Al restablecimiento del despotismo borbónico personificado por Fernando VII y la subsiguiente anulación de la Constitución de 1812 se une también la intransigencia religiosa, con la reinstauración del tan odiado y temido Tribunal del Santo Oficio o Santa Inquisición. Frente a esta situación, los patriotas y liberales se refugian en las sociedades secretas masónicas, que se convierten en un último refugio de la libertad, el progreso y hasta la cultura.
El historiador Ismael Ramos ha concretado este Sexenio Absolutista en Granada como sujeto de su investigación, que ha quedado plasmada en un interesante libro, en librerías desde hace sólo unos meses, titulado 'Heliópolis. Inquisidores contra Masones'. Una obra exhaustiva pero amena de un autor verdadero experto en la masonería granadina, sobre la cual ha publicado varios trabajos con anterioridad al que nos ocupa. Su obra nos permite adentrarnos en Heliópolis, nombre clave que el Gran Oriente da a Granada, la cual, siempre según el autor, constituye durante estos años el verdadero centro neurálgico de las más influyentes logias españolas.
En sus páginas, Ismael Ramos analiza el enfrentamiento que tiene lugar en nuestra ciudad entre el progreso, representado por la masonería, y la reacción, que se apoya en la Inquisición. Una lucha formidable que, a su vez, le lleva a estudiar ambos adversarios, de forma que la lectura de su libro nos ayuda a conocer estructura, forma de actuar y personalidades importantes tanto de las logias masónicas que operaban en nuestra ciudad como de la Inquisición granadina. Así, nos presenta los últimos años de un Santo Oficio que se había convertido, en su defensa del Trono y el Altar, en un tribunal más político que religioso y, aún en sus tiempos finales y próximo a su disolución definitiva en 1820, todavía más poderoso y temible de lo que hasta ahora se creía.
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Entre otros contenidos, todos de gran interés, del libro de Ismael Ramos, cabe mencionar la obsesión anti-masónica de los poderes reaccionarios (algo que, por cierto, ha llegado hasta el siglo XX, recordemos, y es sólo un ejemplo, el aborrecible y sanguinario Tribunal de Represión Contra la Masonería y el Comunismo, instituido por Franco hacia el término de la Guerra Civil); la relación de importantes personalidades de la Masonería granadina, como el conde de Montijo, tío de aquella Eugenia de Montijo que llegaría a ser nada menos que emperatriz de Francia tras su boda con Napoleón III, o el Marqués de Campoverde …, para terminar centrándose en un importante proceso inquisitorial que se llevó a cabo contra el militar liberal, aventurero y masón Juan Van Halem, el mismo que protagoniza la famosa novela de aventuras de Pío Baroja titulada 'Van Halem. El oficial aventurero'.
No deja el autor de resaltar también el papel que, en este duelo Inquisición-Masonería, juegan algunas figuras de la reacción granadina, en particular el general Francisco de Eguía, verdadera mano derecha de Fernando VII en Granada. O la complejidad, pesadez y lentitud hasta el extremo con que eran llevados a cabo en nuestra ciudad los procesos inquisitoriales (de lo cual es un buen ejemplo el caso Van Halem al que me he referido antes) y que acabó sumiendo a la Inquisición granadina en un verdadero colapso burocrático y administrativo, unos meses antes de su extinción definitiva, como consecuencia del pronunciamiento militar, de carácter liberal, del teniente coronel Rafael de Riego en 1820.
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Quisiera terminar con una reflexión: no sería aventurado afirmar que la disputa de inquisidores contra masones objeto del libro que hemos comentado en este artículo constituye un capítulo más de ese enfrentamiento entre el progreso y la reacción, entre quienes defendían los avances y los partidarios del retroceso, que tan importante y decisivo, y a menudo también por desgracia tan trágico, fue para España en el devenir de los siglos XIX y XX. Y, desde otro punto de vista, uno más en la larga lista de sorprendentes contrastes que jalonan la siempre apasionante historia de nuestra querida Granada.
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