Caminamos zancajosos hacia una sociedad en la que todo vale. ¿Culpables? Por supuesto, la clase política que busca gobernar, aunque tenga que cargarse las estructuras ... sociales que tanto costaron crear. Vivimos tal aumento de agresividad, de impunidad, del que pueda golpear que golpee por nuestras calles que en algún momento se prenderá la llama. Las chispas están por doquier, el odio comienza a impregnar los corazones. Los aspirantes lo dan todo por válido. Fanatismo sin espíritu mínimamente crítico. Cualquiera cree que puede insultar, golpear, amedrentar y hacer lo que le dé su santa gana, que como le dicen que esto hay que tumbarlo pues aporta su granito de decrepitud. ¿Dónde está el respeto, la civilidad, las controversias, aunque queden en peineta o pitido? Ya no, ahora se persigue, se para y se agrede, y se sale corriendo porque no pasa nada.
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Peor lo hacen los capitanes sin barco que nos están llevando hacia un caos de forma premeditada, con su grumete mayor saliendo a los micrófonos de cuando en cuando a sonreír mientras despotrica hasta de los ángeles de su infierno. En este país tenemos graves precedentes, los jóvenes no los conocen porque apenas leen y se les ha explicado poco. No se ha estudiado la historia de este pueblo, nación, estado… de los últimos cien años. Por eso, por ignorancia, no les importa llamar a tiempos pasados. Pero aún es peor cuando lo hacen aquellos que sí los vivieron. Deben haber olvidado, o son de los que ganaron para ellos y sus familias. Las guerras no se ganan siempre, pero siempre todos las pierden. Se está construyendo una realidad social hostil porque se tiene el convencimiento de que después se controlará, pero, ¿y si hay un después que no sea controlable?
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