¿Genocidio o deicidio?

José Mérida Rojas

Lunes, 29 de septiembre 2025, 23:16

Ambas cosas están en juego, las dos están ocurriendo. Los israelitas están masacrando hasta consumar el genocidio del pueblo palestino gazatí, no ya con la ... amenaza de la ayuda de su 'primo de zumosol', el superpoderes de los años 90 del pasado siglo en la publicidad televisiva, sino con su poder armamentístico mancomunado, y el silencio alevoso, sórdido y culposo, por dejación interesada de responsabilidades, de los países de occidente e indiferencia del resto del mundo. Sí los judíos también están matando a Dios, banalizando lo Divino en la conciencia y entendimiento de los hombres. Y unidos a la cruzada mundial contra la democracia están aceptando, con sus actualizadas y confederadas armas, el golpe de gracia a los derechos humanos y al estado de derecho.

Publicidad

Vaya por delante que siempre he sido admirador de la historia del pueblo hebreo y agradecido a una de las partes monumentales de la cultura religiosa del pueblo judío historiada en la Biblia hebrea. Creo indispensable hacer las siguientes aclaraciones personales, para distinguir y diferenciar dos corrientes contradictorias y excluyentes en sus tradiciones, yuxtapuestas por magia y provecho humano, en las Sagradas Escrituras judías: la de un Dios Bueno y Universal, proclamado y ensalzado por grandes pensadores religiosos judíos, y un dios malo, elitista, protector de salteadores, abanderado de chusma pendenciera y belicosa. Y que después de considerar el tema desde diferentes perspectivas, opté abordarlo en clave jocosa, con sarcasmo e ironía, aunque trascienda a lo chungo. Hacerlo formalmente, además de irrisorio a la humanidad me parece un atentado contra la dignidad de la razón humana. Tal vez sea, en ambos casos, un brindis al sol. Pero algo hay que hacer en una debacle y conflagración infernal.

Existen siniestros talantes humanoides que exceden en fuerza bruta y poder ciclópeo al ser humano consolidado, que solo rinden vasallaje a la oquedad monstruosa de sus vientres. Decir los representantes religiosos del pueblo judío que van a exterminar a los palestinos para recuperar sus tierras porque el pueblo judío tiene, por derecho divino, la propiedad de las tierras bíblicas, contra la lógica racional, es afirmar que el dios de Israel es un dios malo, malvado, perverso, elitista, terrenal y antojadizo, que incita estrellar a los niños de sus enemigos contra las rocas para exterminarlos y obtener su heredad. Y me pregunto, ¿quién va a creer y adorar a un dios así, de esa calaña? Se puede practicar el satanismo, si Satanás paga bien. Pero un hombre no se puede engañar a sí mismo tragando engañifas tan voluminosas sin asfixiarse en el intento. Podemos guardar silencio, por conveniencia, ante la masacre de un hermano. Pero no podemos herir de muerte nuestra conciencia ética sin que se quede exangüe nuestro entendimiento.

La religión no debe ni puede, en cualesquiera de sus derivas, parapetarse en la asepsia política para no salir en defensa del hombre, cuando se tiene un imperio con las garantías políticas de la legalidad. Y no vale la disculpa de que se trata de un mínimo imperio, porque tener una casa donde guarnecerse de las inclemencias del tiempo y de la avaricia del vecino es siempre un gran imperio codiciado. Las instituciones religiosas, practiquen el credo que profesen, se deben a Dos. Y si quieren ser consecuentes con su vocación Divina ante los hombres y Dios, deben estar de parte de los hombres y del Reino de Dios, aunque esta opción les suponga el martirio, o perder su pequeño imperio terrenal.

Publicidad

Que venga Dios y lo desmienta si no es un Deicidio que el jefe de la religión que rige el segundo imperio mundial, acompañe, cruz en mano y demás ornamentos sagrados, con asenso y complacencia, al jefe político ordenar a sus ejércitos masacrar al país vecino, hermanos en el mismo credo, para robar parte del terreno. Banalizar a Dios también es, lo que el jefe político del primer imperio mundial, Biblia atávica vía materno en mano, facturas de milagros, certificaciones divinas, abundancia de riquezas en bendiciones, ordenar a su vicario construir, con las contribuciones divinas, un resort, una Riviera de lujo y placeres en el terreno arrebatado y hollado de cadáveres palestinos y empapado de la sangre de sus niños. Publicitado en una proyección donde revolotean, por los cielos ensangrentados, dólares y shekels sobre hombres rollizos enardeciéndose sobre la ganga de cuerpos masacrados.

No es un alegato. Contra las ganancias en capital no existen argumentos convincentes. Hace tiempo que la política dejó de ser una ciencia humanitaria para invertir en economía capitalista. Es un SOS de arrebato, desde una catástrofe infernal, a la religión. ¿Si no nos salva la religión qué o quién nos salvará?

Publicidad

¿Para qué sirven los informes científicos, académicos, eruditos, institucionales? ¿Para qué sirve la justicia, el derecho, las instituciones de salvamento, los gobiernos? ¿Para qué sirve ser comedido, circunspecto, prudente? No. No se trata de dialogar, discutir, polemizar, elucubrar sobre la muerte de un niño, de un ser humano. Se trata de reaccionar ante la masacre de niños y personas en la más absoluta indefensión.

Se trata de discernir, especular y polemizar sobre la venganza de la masacre salvaje cometida por Hamás, incontrovertiblemente injustificable. Pero una cosa es aplicar la ley del Talión en una culpa compartida entre vecinos, y otra, muy diferente, es fulminar al otro con el rayo divino obviando la culpabilidad propia, aprovechando una encrucijada favorable con alevosía de las ganancias.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad