La inteligencia artificial está de moda en la guerra y en lo que nos queda de paz. Organismos, empresas públicas y privadas, hospitales, ejércitos, universidades ... y productoras cinematográficas la están utilizando con mejores o deficientes resultados. Existen, a través de internet, varias plataformas a disposición de los usuarios que vienen a sustituir a la vieja 'Siri'. Antes hablábamos con 'Siri' –que vino a reemplazar al «espabila burros», de la RAE– pero ya tenemos IA hasta en el Whatsapp del teléfono, de momento, a coste cero.
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No soy muy dado a experimentar con gaseosa, pero es que me produjo cierta gracia el comentario que realizó María Jesús Montero prometiendo que si llegaba a sustituir a Moreno en San Telmo impondría la IA en andaluz. Entonces he tenido la tentación de preguntarle a la IA de WhatsApp: «¿Cómo es la IA en andaluz?» Respuesta: «¡Hola! La IA en andaluz sería algo así como «Intelihensia Artifisial». Pero si quieres sonar más auténtico, podrías decir «la máquina que piense por sí sola» o «el ingenio ese que lo sabe todo». Está claro que la intención de María Jesús ni mi pregunta iban encaminadas a saber cómo se pronunciaba la IA en Andalucía sino cómo se podría generar una inteligencia artificial al servicio de nuestra comunidad autónoma. Pero discutir con una máquina no es sencillo, salvo que te falten dos dedos de algoritmos cerebrales.
Llegará un día en que seamos esclavos de la IA porque tiene muchos aspectos positivos que incluso se irán perfeccionando en diversos ámbitos y también lamentablemente, afectarán de forma significativa a determinadas profesiones. Ya vemos en algunas industrias la sustitución de personas por robots y eso es una lanzadera al paro. Para Bill Gates, «el auge de la inteligencia artificial no será una evolución del trabajo humano, sino una transición hacia un nuevo modelo productivo donde muchas manos no serán necesarias». ¡Atentos compañía!
Algunos neurólogos opinan que esta tecnología puede reducir la estimulación cerebral en cuestiones como la creatividad o la libertad de pensamiento crítico, que es de lo que se trata, como diría aquel.
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También he leído recientemente una entrevista con el neurólogo De la Piedra, autor de un interesante libro –'Mentes geniales'– en el que cuenta que al iniciar el texto de su obra se preguntó: «¿Por qué no lo escribes con ChatGPT?» «Y no lo hice porque si no, no aprendería». Asegura el prestigioso doctor que hemos perdido el afán por investigar porque las respuestas son demasiado fáciles y afirma, que el riesgo que tiene la IA es el de privarnos de curiosidad y asombro. Concluyendo que: «A la IA le falta alma». Y es cierto. Pero, no nos confiemos demasiado. Lo que hoy no existe mañana puede ser una realidad.
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