Jennifer López, la estadounidense que ejerce de actriz y cantante, ha presumido una vez más de culo en su visita a Cádiz. Al margen de ... sus estridencias, propias de los grandes divos, ha pedido en el hotel donde se hospedaba un retrete XXXL para hacer sus necesidades. Lo único que le hacía falta a los gaditas es que les sirvieran en bandeja tan enormes argumentarios carnavalescos. Estoy seguro que ya ensayan con letrillas y músicas para el Falla las medidas del váter que usa la López cuando se va de gira. Para ella debe ser un calvario viajar en tren o en avión que solo disponen de retretes XL, que suele ser la medida más común entre los pasajeros. De párvulo, recuerdo aquellas enormes posaderas que arrastraban las monjitas por los pasillos producto no solo de su sedentaria meditación sino también de sus atocinadas comidas para sobrellevar a los 'pezqueñinez' y a las diferentes labores conventuales. Si la memoria no me traiciona el culo más grande que circulaba por Granada en el siglo pasado era el de un conocido farmacéutico y estrecho colaborador del Centro Artístico, especialmente cuando tenía lugar la tradicional subasta que esta institución realizaba para obtener fondos para la histórica cabalgata de Reyes. Jamás trascendió que el boticario necesitase un inodoro con 'medidas ad hoc'.
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Desde hace años existe una lucha entre modelos, cantantes, actrices e influencer para ver quien consigue tener el trasero más grande y ahí se encuentran, cómo no, Jennifer López, Beyoncé y Kim Kardashian. Esas nalgas de «plastilina» puede que psicológicamente mantenga en la lucha a muchas de ellas, ¿pero hasta dónde pretenden llegar? Esos traseros podrían 'explotar' con una espontánea ventosidad. Están jugando con fuego y con la fantasía visionaria de sus seguidores, que las observan, como el que camina por el desierto y en su delirio ve un oasis. Jennifer, al margen de su concierto, que no pasará a la historia, –le faltaron algunas palabritas en español que el respetable reclamó durante su actuación– no pudo resistir la tentación en su visita gaditana a degustar, junto al mar, esos pescaditos y esos mariscos nuestros que quitan el 'sentío', pero no el sabor de lo auténtico.
Hablando de autenticidad, ayer compré dos sandías, dos, en cuyas etiquetas decía con letras grandes que eran españoles y BIO. Naturalmente, felicité al frutero por vender productos de España y para tentarlo le pedí que me explicara lo de BIO y me dijo lo que usted y yo sabemos, que se trata de un producto que se produce de forma tradicional, sin utilizar elementos químicos, ni ser modificados genéticamente. Cómo explicárselo a las tenaces luchadoras por conseguir unas adecuadas asentaderas sin llegar al recurso del relleno siliconado. En fin, que cada cual o cada 'cuala' haga lo que le venga en gana. El rey Carlos de Inglaterra –que también tiene sus manías y un buen culo– dicen que en sus largos viajes se lleva su propio inodoro y papel higiénico. Pero se trata de una manía no por una necesidad de depositar su trasero cómodamente como le ocurre a Jennifer, que ha dejado anécdota glútea dimensional para los creativos y simpáticos chirigoteros de la 'Tacita de Plata'.
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