Cuando el búho abrió los ojos

Lunes, 19 de mayo 2025, 23:27

Los búhos abren y cierran los ojos con la virtud visual de que se fijan en todo. Eso le ocurría a Pepe Ladrón de Guevara –' ... el Búho', para los amigos–, que no solo tenía agudeza ocular, también veía con el corazón y con el sentimiento para crear sus poemas manuscritos que algunos publicaba y otros solía guardar, la mayoría de las veces, tal vez por modestia o por esa sencillez brillante que tiene la gente humilde en la carpeta de un mañana. Esa carpeta ha tenido un guardián, Concha, valiosa cuidadora de lo escrito y enamorada del autor con el que compartió muchos años de afectos y de imaginación poética hasta su activa longevidad junto al mar.

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Pepe, que fue un brillante colaborador de IDEAL –'La columnata del Búho'–, al margen de sus veleidades humorísticas era un excelente poeta y eso es lo que ha querido demostrar el catedrático Antonio Chicharro, recopilando todas sus obras, incluidas las inéditas las que guardaba con pudor en ese amanecer desinteresado y que custodiaba como un tesoro, Concha, su albacea literaria.

Gabriel Celaya dejó escrito que Ladrón de Guevara hacía una poesía llena de magia, acierto y gracia, consecuencia tanto de un modo feliz de expresarse como de un sentir hondo. Para Chicharro, según me cuenta, Pepe aporta al panorama español del medio siglo y, en particular, del andaluz y granadino una voz poética singular que irrumpe en los años cincuenta y se mantuvo sin altibajos ni cambios profundos a lo largo de más de seis décadas. Se trata de una poesía que es consecuencia tanto de una preocupación humana como social resuelta por la vía ya de la gravedad del humor, la ironía o la sátira, con ecos populares y cultos, una poesía que merece ser recuperada por los lectores.

Con la edición de la obra poética de José G. Ladrón de Guevara se completa el riquísimo mosaico de la poesía de Granada del siglo XX, el que representa el comienzo de la actividad poética en los años de posguerra bajo la sombra y el silencio por el injusto y vengativo ajusticiamiento de Lorca.

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Pepe, a lo largo de su vida, publicó diez libros de poesía, además de numerosos poemas sueltos en revistas, diarios, antologías, y por supuesto, en libros colectivos. La albacea literaria ha hecho bien en abrir la carpeta y ofrecérsela a Antonio Chicharro, que hay que reconocer que ha sido la única persona cualificada que se ha interesado por el estudio de la figura y obra del poeta.

Este rescate de textos publicados e inéditos de manos expertas y buen estilo purista bienvenido sea a la mucha literatura que todavía ronda por San Jorge en la que se festejan las letras impresas. En esa trilogía –son tres tomos que se presentan estos días– considero que se rinde un justo homenaje poético a Ladrón de Guevara.

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Pepe se reencarnó en su vida literaria en un búho que es símbolo de inteligencia y sabiduría. Quizá lo hizo en un abrir y cerrar de ojos. Nos dejó muchos entrañables recuerdos y sus poemas que, como expresó Celaya, están llenos de magia, acierto y gracia.

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