Es sorprendente cómo ha evolucionado la banca en el siglo XXI con unas ganancias espectaculares. En ese afán de competir y crecer, de todas las ... entidades, las intenciones de futuro están claras: vender oficinas y, consecuentemente, adelgazar las plantillas que parecen estorbar o son prescindibles.
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Los que pintan canas, (yo no pinto nada), recordamos aquellos bancos que carecían de tecnócratas y economistas pero si de mujeres y hombres afables y cercanos con los clientes. «Don Francisco, me alegro mucho de verlo, qué buen aspecto tiene. Siéntese, siéntese, por favor. Le apetece un cigarrillo rubio, me los traen de Gibraltar y se nota que es tabaco fresco. Pues, dígame, ¿en qué puedo servirle?». «Verá, Hipólito, es que tengo unos ahorrillos que me gustaría que engordaran algo». «Claro que sí. Mire, don Francisco, le voy a ofrecer un depósito a un año, con una rentabilidad del cuatro por ciento pero, por ser usted cliente fiel a la entidad, le ofrezco un punto más; el cinco por ciento. Ah, y sepa que puede disponer de su dinero en cualquier momento, ojo, sin penalización». «¡Anita, Anita¡ -es la azafata- dale un clavel a don Francisco». Y salía don Francisco tan contento, por la puerta grande como Frascuelo por la Monumental, fumando un cigarrillo rubio de estraperlo y echando humo como el 'corto de Loja', su cinco por ciento en la cartilla y un clavel reventón para la santa.
Hoy, vas a tu sucursal, con cita previa, y ni está Hipólito, ni puedes fumar, ni aparece una azafata para alegrarte la mañana con una flor. El banco eres tú, vamos, el empleado eres tú. Nos han facilitado unas tarjetas y nos dirigen, sí o sí, a la 'banca online'. Y con tu 'telefonino', todos tenemos un smartphone a mano, haces las operaciones que precises: sacar o recibir dinero, pagar seguros, multas, los gastos de la comunidad de vecinos, abonar la compra del supermercado, mandar un Bizum e incluso el impuesto de la nueva tasa de basura. Una alegría.
Por esa y otras razones se cierran sucursales y se despiden a cientos de empleados. Así es que: ¡chicos, chicas, al salón¡ Y danzad, danzad, malditos, hasta que el cuerpo aguante, que la banca siempre gana.
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