De Buenas Letras

Avaricia de cortesía

José Luis Martínez-Dueñas

Miércoles, 22 de noviembre 2023, 23:19

En su 'Historia de la lengua española' (editada por Diego Catalán Menéndez-Pidal, Real Academia Española, 2005), escribía don Ramón Menéndez Pidal que Covarrubias en ... 1611 denunciaba la deriva del uso entre 'vos' y 'vuestra merced' y el empleo de 'él' por parte de los que llamaba «avaros de cortesía». Los usos pronominales de segunda persona en Europa al final de la Edad Media comenzaron a desdoblarse entre su forma original, de tratamiento directo de confianza o familiar, y la innovación de una segunda persona del plural o una perífrasis en tercera persona como ocurrió en nuestra lengua ya en la Edad Moderna. Entonces se apreciaba el olvido del 'vos' de superioridad y la extensión de 'merced', 'usted' y 'tú' en diversos contextos. La realidad social de posición y de clases establecía unos usos pronominales nuevos que reforzaban los modos de tratamiento en títulos y vocativos ('señor', 'señora', 'señoría' y demás).

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Todo esto que se desarrollaba a lo largo de los siglos XVII y XVIII tuvo, naturalmente, su paralela realidad en las provincias de ultramar y así continuaría en los subsiguientes períodos de sus respectivas independencias. Lo que tomo de Covarrubias, y que Menéndez Pidal explica e ilustra de magistral manera, es esa existencia de los «avaros de cortesía» y que me da pie a hablar de la avaricia de cortesía, fenómeno que se nota en la actualidad en nuestra lengua, y en general en nuestra sociedad con abundancia, y a veces machacona presencia, pues los diversos registros de habla y las diversas situaciones requieren su respetada formalidad no sólo hacia quienes nos dirigimos sino hacia los demás hablantes y oyentes, lo que se denomina en socio-lingüística «la comunidad del discurso». Esto parece ser más apreciable en el español peninsular, ya que en el español (o españoles) de América parece ser que la cortesía pronominal del 'tú'/'usted' se mantiene hasta extremos en muchos casos sorprendentes.

Los hispanistas, gramáticos, filólogos y demás especialistas que se ocupan de estas materias expondrán sus explicaciones al respecto, e incluso ofrecerán una perspectiva de lo que podría ocurrir con estos usos pronominales dentro de unas generaciones. En cualquier caso, me parece público y notorio que las diversas instituciones tienen un papel decisivo en mantener unas formas e incluso unos ritos, lo que no resulta incompatible con la cercanía y la natural convivencia. La avaricia de cortesía tiene que ver, en mi opinión, con esa aristofobia (rencor a la excelencia) que tanto criticaba Ortega y Gasset.

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