El mejor alcalde
Pero la verdadera dimensión de Rodríguez se ha podido apreciar en su retirada, en el señorío demostrado cuando ha decidido abandonar el servicio público.
He esperado a que pasaran las elecciones municipales para tratar el tema de esta pieza. Con la voluntad de evitar que, de algún modo, se ... me tachara de electoralismo más allá de mi consabida adscripción política y su notable influencia en la columna que ahora leen. Intento no seducir a los lectores con equilibrios engañosos y retóricas falsarias propias de quienes su único propósito es llevarse al huerto a los más cándidos y desideologizados. Así que es este un buen momento para ser justo con la figura de quien, desde mi punto de vista, ha sido el mejor alcalde que ha tenido Cazorla desde 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas: Antonio José Rodríguez, actual primer edil, que dejará este junio el bastón de mando en manos de su sucesor, José Luis Olivares, flamante vencedor el 28M con mayoría absoluta.
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Además de Rodríguez, han pasado por esa alcaldía otros tres hombres. Todos ellos con distinto perfil socialista y votados por una mayoría más o menos amplia de cazorleños y cazorleñas. Gobernaron haciendo gala de personalidades muy diversas y contribuyeron a que Cazorla lograra en un primer momento respirar con soltura los nuevos aires democráticos, para después desarrollarse a todos los niveles como debía corresponder a este municipio. Así, en 2008, un año después de ganar sus segundas elecciones, José Luis Díaz decidió dejar paso a Antonio José Rodríguez, semidesconocido y joven concejal que tan solo contaba 34 años de edad. Recogió el bastón de mando rodeado de interrogantes sobre sus capacidades para el cargo. Pronto las despejó. Asió el toro por los cuernos desde el principio con su natural don de gentes, su enorme determinación y su incansable capacidad de trabajo. Haciendo piña en ese primer momento con los compañeros y compañeras del equipo de gobierno heredado de Díaz. De tal modo que ya se podía vislumbrar el alcalde que sería.
A la ajustada mayoría absoluta de su primer proceso electoral como candidato socialista siguieron otras dos más holgadas en las que alcanzó los 8 concejales. Sumando tres lustros durante los que Cazorla ha evolucionado urbanísticamente como nunca antes lo había hecho. En ese periodo se construyó en su mayor parte y se equipó el hospital comarcal; el centro urbano fue remozado y parcialmente peatonalizado; se recuperó para el municipio lo que ahora es el espectacular recinto escénico de las Ruinas de Santa María, con una restauración que ya se estudia en las escuelas de arquitectura; una de las vistas panorámicas más bellas de España, la del Balcón de Zabaleta, puede ahora ser disfrutada en un nuevo espacio mucho más amplio y confortable; se abrió la Escuela Infantil pública 'Lunas de Galileo' y, junto a la piscina municipal, la ciudadanía de todas las edades puede ya disfrutar de nuevos y modernos equipamientos de esparcimiento cultural y social. Entre otras muchas actuaciones.
Todo ello, en un primerísimo momento, en medio de la abrumadora crisis económica que, precisamente, comenzó en 2008, que se llevó por delante al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que a continuación dejó en los huesos a los más débiles -entre los que se contaban las administraciones locales-. Después, afrontando de un modo ejemplar la histórica emergencia sanitaria y el confinamiento provocados por la Covid-19. Y, a última hora, haciendo frente a los nocivos efectos de la guerra de Putin en Ucrania. Pese a todo ello, no se cerraron servicios públicos locales y las actividades culturales, deportivas y sociales promovidas desde el Ayuntamiento continuaron adelante.
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Pero la verdadera dimensión de Rodríguez se ha podido apreciar en su retirada, en el señorío demostrado cuando ha decidido abandonar el servicio público desempeñado con tanto ímpetu y, por qué no decirlo, con el que tanto disfrutaba y sufría a partes iguales. Ha sido el cicerone de su sucesor y amigo José Luis Olivares y de todo su equipo, ejerciendo, con orgullo y humildad a la par, de maestro de ceremonias en todos y cada uno de los actos electorales que han conducido a este y a su partido a una victoria sin matices. Siempre luciendo su optimismo y su gran sonrisa, la expresión facial de quien poco tiene que reprocharse. De quien ha dado todo por sus vecinos y vecinas sin que una sola mancha desluzca el blanco inmaculado de su camisa. Sirviendo como ejemplo a futuros políticos y políticas. Entrando como Perito y saliendo como Ingeniero –hasta para eso encontró tiempo en las madrugadas– para el trabajo que aparcó hace quince años. Y dejando un ejército de amigos y amigas en su partido… y también en la oposición.
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