Los ciudadanos y ciudadanas que habitan Cazorla han vuelto a demostrar con su actitud que en esta ciudad todos y todas cabemos. Formas diversas de ... pensar y de enfrentarse a la vida conviven aquí sin el más mínimo problema, entre otras causas porque este municipio permanece con puertas y ventanas abiertas al mundo desde hace muchos años por su extraordinario atractivo turístico y cultural. Enriqueciéndose casi a diario con influencias de todo tipo las sucesivas generaciones de cazorleños y cazorleñas, de un modo que ni nosotros mismos somos capaces de calibrar en su justa medida. Y semejante apertura de miras nunca cae en saco roto a la hora de llegar a acuerdos de ciudad, como ha quedado patente los últimos días.
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Además, por un motivo alrededor del cual nunca es fácil la conciliación porque toca sensibilidades muy profundas en unos casos y muy a flor de piel en otros. Me refiero a la quema de fuegos artificiales y petardos durante las jornadas festivas y sus vísperas, que ahora en primavera se suceden un fin semana y otro también. Porque en Cazorla, desde finales de abril con la romería de la Virgen de la Cabeza, se da el pistoletazo de salida a un rosario de celebraciones religiosas y jaraneras que finaliza al final del verano con la Feria. Desfilando desde hace dos semanas por estas calles y plazas la Patrona cazorleña, San José Obrero y el Cristo del Valle; y el lunes será el turno de San Isicio. Todos ellos con su procesión de romeros. su banda de música, sus campanas, su celebración nocturna...
Y sus fuegos artificiales. Y es en esto último donde la gota parece haber colmado el vaso. Porque una nutrida porción de vecinos y vecinas han puesto el grito en el cielo -nunca mejor dicho- para quejarse en un foro tan concurrido como es el que ofrecen las redes sociales. Creando incluso una plataforma «para la regularización de la pirotecnia en Cazorla», como ellos y ellas la han denominado. Dentro y fuera de esta, la queja podría calificarse como transversal porque surge de voces cuya adscripción política e ideológica es diversa, y también porque se aducen variados motivos para pedir un exhaustivo control horario para la quema de material pirotécnico, ya innecesario para su antigua función de anunciar el inicio de la festividad, dados los eficaces medios de información de los hoy que disponemos.
Ya saben que no son pocos los niños y las niñas que sufren una gran ansiedad e incluso experimentan un profundo miedo con ese rotundo sonido del cohete explosionando en todo lo alto, mucho más si lo hace pegado a la Peña de los Halcones con la consiguiente reverberación. Los padres y las madres padecen junto sus retoños esa sensación que tarda en pasar el tiempo que se prolongue la ráfaga que toque en cada momento. El día entero si se trata de lanzamientos indiscriminados a lo largo de toda la jornada. Piensen que, quizás, se trate de familias que gustan de esas romerías tanto como la que más y a las que se fuerza a quedar encerradas en sus domicilios por un asunto tan nimio.
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Y situando en primer lugar como ejemplo a las personas, no podemos olvidarnos de nuestros animales. Incluyendo entre ellos a las mascotas y a los que pueblan la Sierra de Cazorla. A las aves que anidan en los barrancos que faldean las cercanas montañas; o cabras monteses y venados que, a poco que nos aventuremos en silencio más allá de las últimas edificaciones de la ciudad, podemos tener la suerte de avistar. Distintas especies que por fortuna ahora protegemos como nunca lo habíamos hecho. Como hacemos con nuestras mascotas, perros y gatos cuyo nerviosismo ante las explosiones puede llevarlos incluso a episodios epilépticos.
Pues todo ello parece que por fin ha sido tomado en serio por las instituciones y el asociacionismo cazorleño. El extraordinario ejemplo que han dado la Agrupación Cultural San Isicio y el Ayuntamiento de Cazorla así lo prueba. Llegando a un acuerdo pionero –que ha de ser un primer paso–, puesto negro sobre blanco en un Bando Municipal, por el que se establece un horario cerrado para la quema de fuegos artificiales y petardos, consistente en una hora de 9 a 10 de la noche en la víspera, de otra hora el día del Patrón por la mañana -de 11 a 12 horas- y dos horas por la tarde -de 19 a 21 horas-. Para que todo el mundo pueda disfrutar sin cortapisas de esta fiesta. Y también para respetar el descanso de quien no quiera hacerlo.
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