Mi reto filosófico

Cada intelectual (estamos en Navidad y la vanidad quiere endulzarse) elige su propio camino. Y el mío fue dejar de atreverme a pensar

José García Román

Viernes, 29 de diciembre 2023, 23:03

Se acaba el año y mi tesis metafísica no avanza. Yo me había crecido, ya que no podía crecer. Mi investigación parte de una de ... las preguntas claves de nuestra existencia: «¿Por qué el ojo de gallo está en el pie y la pata de gallo en los ojos?» Hablo en serio. No estoy para bromas. Cada intelectual (estamos en Navidad y la vanidad quiere endulzarse) elige su propio camino. Y el mío fue dejar de atreverme a pensar. ¿Para qué tal osadía? ¿Para que la ley pueda estar, y de hecho está, muy encima de la Justicia y no debajo por decisión de quienes le quitan la venda a la Señora?

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No oculto mi obsesión con el asunto del ojo y la pata de gallo, democráticamente hablando, por supuesto. Y me surgen preguntas análogas a ésta: «¿Por qué unas cosas están arriba debiendo estar abajo, y otras están abajo debiendo estar arriba?» Esto me quita el sueño y me aleja de la pasión por la filosofía pura. Creo que semejantes pensamientos no me llevan a existir, sino todo lo contrario; como la marejada político-social que estamos sufriendo. Anhelo una cabaña similar a la de M. Heidegger para pensar que pienso o pensar que no pienso. Porque, parafraseando a L. Wittgenstein, de lo que no se puede pensar mejor inhibirse. Hay un silencio del que se habla muy poco quizás para no molestarle. Uno de los pilares de mi inconclusa tesis doctoral, además de lo expuesto al principio, es la proposición de G. Stein: «Yo nunca pienso y cuando pienso no pienso en nada». A pesar de esto, confieso que pienso y sigo pensando en este no pensar nada nunca. Para lo que hay que pensar no necesito pensamientos. Y a propósito de pensar, a diario me martillea el enunciado de A. Einstein: «Nunca pienso en el futuro. Llega demasiado pronto».

En estos días quiero asumir la sentencia de Escipión el Africano: «Nunca estuve más activo que cuando no tuve nada que hacer y nunca menos solo que cuando estaba sólo conmigo mismo». Equilibrio envidiable para entender claves de la vida y de mi propio 'sistema' filosófico conseguido con tesón de pensador estelar. Y obviamente lucharé por la supresión de la palabra 'cubierta' aplicada a una zona del barco.

Preciso abundante goma de borrar para suprimir ideas falaces y reafirmarme desde la convicción de mi pensar no pensante, palidísimo reflejo de lo ya pensado magistralmente hace siglos

Acepto que mi pensamiento filosófico es meridianamente ilógico y surrealista. La verdad es que me siento atrapado en una botella atestada de pensamiento intrusivo (no inclusivo). Preciso abundante goma de borrar para suprimir ideas falaces y reafirmarme desde la convicción de mi pensar no pensante, palidísimo reflejo de lo ya pensado magistralmente hace siglos. Ansío pensar para depensar, y depensar para pensar. No se teje sin destejer. Ni se desteje sin tejer. Dos pasos adelante y uno atrás.

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Sí, ando perdido, y mi director de tesis (¿no he dicho que soy yo?) ha de saberlo. Sigo pensando (moderadamente, como corresponde) que yo debería cambiar de idea y dejar de dar vueltas a una noria sin agua ni cangilones. Porque ¿y si es que no existo y por eso no pienso? ¿Y si pienso pero no existo? ¿Y si existo pero no pienso? ¿Y si no existen los que piensan que existen? No estaría de más que me hiciesen una prueba de identidad para dilucidar quién soy, qué pienso sobre el verdadero sentido de la vida, y enviar a paseo circunstancias impertinentes y citas propias y ajenas: lucimientos de egos. «Nunca es tarde si la dicha llega». También los limitados intelectualmente tenemos derecho a aplicar el consejo sobre el nudo gordiano: cortar mejor que desatar, pues la vida va deshojándose cual campos de amapolas.

(¿…?) ¡Ya está: he visto la luz! Olvide usted lo que acaba de leer. Voy a revolucionar el mundo de la 'Ilógica simbólica' (¿para qué comprender los argumentos correctos y sus normas?). Daré un paso más que R. Descartes defendiendo un 'irracionalismo' occidental. Marcaré un después y un antes. Aceptaré el consejo de revisar la idea y elegir una más accesible para nuestro mundo innecesariamente 'transparente' y 'lógico'. Tras revisar lo lógico de lo ilógico y lo ilógico de lo lógico es lógico que yo apueste decididamente por este silogismo de mi invención: «Los seres humanos son mortales, es así que los gatos no son seres humanos, 'ergo' los gatos son inmortales». De camino demostraré la lógica simbólica de esta canción de corro: «Al salir de mi cuartel / con hambre de tres semanas, / me encontré con un ciruelo / todo lleno de manzanas. / Comencé a tirarle piedras / y cayeron avellanas. / Con el ruido de las nueces / salió el amo del peral: / ¡Chiquillo, no tires piedras / que no es mío el melonar!» ¡Soberbia y conmovedora síntesis de verdades absolutas!

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Sueño ya con mi gran tesis que titularé: 'La Ilógica simbólica versus la Lógica metasimbólica'. Será una guía para 'no' comprender «los argumentos correctos y las leyes que los comprueban». Espero que no me la copien. Y aviso: ni descarto cambiar de opinión ni admitiré 'verificadores'. Confidencia: como en Suiza está de moda España, el Festival 'Pointe Dufour' (pico de 4.634 m.) me ha encargado una versión de la 'Eroica' (mi sinfonía predilecta), y al ser filósofo de la música la haré para piccolo y trompa alpina. Excepcional reto metafísico.

Concluyo, pues si no me van a dar las uvas de 2025. ¡Que siga la fiesta, que siga el teatro! ¡Paz, verdad y salud para el año 2024!

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