¿Granada bajo la tibieza y el escaso compromiso?
¿Granada está cansada de salas de espera, con o sin cita, reiteradamente entre el amparo y el desamparo en el aspecto más sosegado y reflexivo, y por tanto distante (no siempre) de confrontación alguna?
El turismo es fiel reflejo e indicador de bienestar y belleza. Además existen otros atractivos que tienen que ver con relaciones, principalmente de alto nivel, ... como encuentros de magnates de la política o las finanzas, eventos internacionales, finales de campeonatos de deportes, ferias, etc., lo que implica la existencia de robustas infraestructuras para la cultura, la investigación, la sanidad, el pensamiento, las artes plásticas, la música, el teatro, y comunicaciones acordes con la ciudad de confirmado liderazgo. Todo esto marca distancias y por supuesto diferencias en las comunidades autónomas de España con sus nuevos centros de poder y su instinto fagocitador, abrazando lo que antes se detestaba.
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Los centros suelen ser centrípetos, pues ejercen de potente imán que acaba generando agravios como se está demostrando en la vigente política de España, confirmándose la tendencia de priorizar el propio beneficio a la hora de repartir o programar inversiones. No nos llevemos a engaño: el centro perennemente será centro pese a que se maquille o enmascare con discursos alejados de objetivas convicciones.
Sin terminante e indiscutible influencia no es posible alcanzar fines frecuentemente reivindicados como surgidos de un sueño. El imán, al mismo tiempo que atrae partículas poderosas, incrementa su poderío y, en cierto modo, impide que nuevas partículas puedan ser atraídas por campos magnéticos, también repele lo que su saciedad dicta. Y así emergen empresas potentes, con capacidad superior de inversión, subvención, organización de actividades de verdadero prestigio, auxiliadas por sus fundaciones que aportan fondos destinados al progreso social y fomento cultural. El poder verdaderamente influyente, ajeno a entelequias y vanos discursos, con la guardia pretoriana de los hechos, guarda semejanza con una taladradora que perfora lo que se proponga, para bien y a veces para mal. Sabe que la cercanía y la lejanía hablan por sí solas. No necesitan intérpretes. Hablar poco y hacer mucho es la mejor manera de constatar realidades.
¿Granada está cansada de salas de espera, con o sin cita, reiteradamente entre el amparo y el desamparo en el aspecto más sosegado y reflexivo, y por tanto distante –no siempre– de confrontación alguna? Pienso que sí, porque Granada sabe a más, pide más. Granada no ha tenido un '29', en el que gastó lo que no tenía por estar en la Exposición Hispanoamericana, costeando su pabellón impulsado por un deseado despegue conforme a lo que era y es por historia, sin menospreciar a otras provincias; ni un '92', sobradamente conocido, comentado, y lo que ha venido después.
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Hay dos sustantivos que acosan a Granada: tibieza y compromiso. Cabría preguntarse en qué porcentaje corresponde a los dirigentes y a la ciudadanía. Y lo que esto significa en empresas, fundaciones y capitales dispuestos no sólo a soñar con Granada –demasiado manido por tanto «dale limosna, mujer»–, sino a consumar proyectos que duermen desde tiempo inmemorial. Existen cegueras como la de no querer ver lo que está a plena luz, poniendo resistencia a aceptar objetividades quizás por indolencia u ocultos intereses.
«La acumulación de poder institucional, político y mediático» como discurso de transparente, solidaria y eficaz administración en sus diversas formas en el liderazgo de una nación o una comunidad no parecería ilógico si no hubiera precedentes, vivos hoy mismo. Es verdad que no puede convertirse la baraja en reyes. Pero tampoco que se evite explorar nuevas posibilidades y equilibrios. Los fortalecimientos exigen alimentos adecuados.
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Los centralismos se aminoran con fuerzas centrífugas, pactadas con anterioridad a los 'acuerdos' –por decir algo– preautonómicos, sin estrategias preconcebidas ni cartas en la bocamanga. La carencia y la abundancia tienen sus límites, sea en lo social, en lo cultural, en lo empresarial, y ha de existir un medio para rectificar evitando el «quiero y no puedo» como si 'querer' fuese sinónimo de 'poder', falacia donde la haya. José Luis Sanz, actual alcalde de la capital hispalense ha dicho: «Sevilla ha dejado de ser una ciudad en la que las promesas sólo eran humo». Que nos explique qué ha sucedido y sigue sucediendo desde los años ochenta.
¿Somos tibios y faltos de responsabilidad con nuestra tierra más allá de vínculos con los propios partidos políticos? ¿Disparamos excesivas palmas reales de palabras para hacer ruido y ahuyentar las aves de nuestra conciencia? ¿Dejamos para pasado mañana lo que no hicimos anteayer? ¿Gastamos nuestra energía en protestar ante el espejo cual ejemplo incontestable de heroica defensa de nuestra tierra? La insatisfacción es la clave de la creación, la investigación, el progreso, la vida. La autosatisfacción es parálisis y adocenamiento.
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Celebrar 2031 en lo alto del cerro de san Miguel, con su falda y laderas reconciliadas con su estado natural, murallas saneadas y reconstruidas como otras sin anhelos de dejar huellas de posteridad personal. Un empeño a conseguir con voluntad, autoridad, ley, amor al patrimonio, sin chantajes de índole cualquiera, y menos de amenazas por apropiaciones indebidas. Es sentido de ciudad cultural, paisajística, monumental, histórica, creativa… Son amores de verdad. Lo demás, ya se sabe.
¡Qué noche para festejar lo que Granada, ciudad y provincia, aspira a lograr derrotando indiferencia y ausencia de profundas emociones! Porque Granada posee muchos miradores y pocos admiradores, a tenor de lo que se 've' y no se 'contempla', que es la verdadera cuestión. Mirar conduce a sueños, emociones con caducidad y olvidos prematuros. La admiración, en cambio, provoca conmoción y asombro que conducen a la búsqueda y comprensión de realidades ajenas a estériles fantasías.
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