Costas humilladas

Viernes, 5 de septiembre 2025, 22:38

«En la columna 'Tensei-jingo' del periódico 'Osaka-asahi' criticaban a los burócratas de la prefectura que, sin ton ni son, habían hecho talar ... los árboles reduciendo la superficie de la montaña para construir una carretera que condujera al parque Minoo. […] Arrebatarnos incluso la sombra de los árboles de la zona más recóndita de las montañas es la acción más desalmada que uno pueda imaginar». Esto lo escribía en 'Elogio de las sombras' Junichirò Tanizaki (1886-1965), firme candidato al Nobel de Literatura, que no se le otorgó.

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Los humanos, proclives a ahuyentar todo tipo de sombras, incluidas las suyas, llegamos a creer que somos todo luz, aunque nos acompañe la mala sombra que nos acosa a diario. Por otra parte, ignoramos que hay sombras leales, compañeras de nuestras soledades e infortunios, como las de los árboles en veranos tórridos y recios como el que acabamos de sufrir. Nuestra mala sombra intenta mezclarse con el entrañable mundo de las sombras y las penumbras. Confundiendo sombras con oscuridad o tinieblas se presume, ¡y de qué modo!, de sociedad luminosa, radiante de verdades, diafanidad, honradez, alardeando de luces a pesar de su poca luz, de ejemplaridad legal, frecuentemente espuria, minada por los intereses que la acosan y pregonando principios de cartón piedra, a lo Hollyvood, o a lo Groucho Marx: «Si no te gustan mis principios tengo otros».

La Costa granadina ha sido atacada singularmente por la especulación. El deslizamiento de Cerro Gordo sigue clamando en un desierto con ínfulas paradisíacas. Pero la insolvencia llega cuando no hay remedio y la ley (¿cuál?) queda al desnudo por lo que ha permitido. Algún medio de comunicación calificó dicha actuación de 'especulación desatada': «Cármenes del mar, la historia de una catástrofe». Ante la destrucción de extensiones boscosas y protegidas surge la sospecha de que la ilegalidad puede planear de manera sutil, por lo que las autoridades competentes, auxiliadas de sus funcionarios, han de mostrar la transparencia que una auténtica democracia reclama. El 28 de noviembre de 2019 se publicaba lo siguiente: «El Tribunal Supremo confirmó que la obra realizada durante la burbuja inmobiliaria se hizo sin asegurar un terreno que no para de moverse».

El comprador confía en una ley con criterio ético y estético, pues no está en sus manos bloquear cualquier propuesta que dañe el medio ambiente, profane vistas y perspectivas o atente contra la biosfera. Vivimos tiempos de primera línea de playa, con vistas, sin interferencias ni distancias. Es exigencia de nuestra sociedad de mercado y 'bienestar' particular, generalmente ajena a contradicciones como comprar vistas, pero destruyéndolas, enamorarse del verde al mismo tiempo que lo hormigona, respetar la costa, pero humillándola. ¿Una sociedad de los árboles de la sensibilidad, a veces de la mano de la ley con trampa o de la trampa con ley? Afortunadamente hay voces que ruegan mesura y sensibilidad en nombre de un medio ambiente cada día más humillado. La política urbanística demanda reciedumbre y distancia suficientes para no caer en tentaciones conocidas sobradamente e impedir especulación y abuso de poder. Y defender con hechos la palabra. Existen normativas éticas y estéticas de respeto a la Naturaleza.

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Marina del Este vive hoy momentos de desconcierto y preocupación ante la construcción que, por lo sabido, ha de abrir más 'ventanas' para conocer toda la intervención que se está llevando a cabo en la playa Los Berengueles, y así despejar dudas y exigir responsabilidades a quienes corresponda. Se habla de presuntas irregularidades: de cotas, cambios de uso, deslizamientos, lindes de parcelas, invasión de terrenos públicos y de acceso al mar, alturas, áreas de servidumbre de costas… El 5 de julio de 2024 se denunciaron ruidos y polvo, justo en zona de vacaciones y descanso, y entorpecimiento de servicios de las 316 viviendas, sin respuesta institucional.

Es preciso y urgente hacer una intensa reflexión a propósito de la nueva construcción en Marina del Este, y asimismo de todos los atentados frente y contra el mar con vistas de ausencia de sensibilidad. La sensibilidad es poder; el poderío no es sensibilidad. La política de «hechos consumados» y casi siempre irreversibles habría que revisarse, pues tal estrategia conduce normalmente a la consolidación de lo ejecutado, con evidente rentabilidad.

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Pretender dominar la Naturaleza, cuando es ella la que nos domina, tiene consecuencias. Hagamos memoria. Llegará un día que los barómetros de poco servirán para prevenir la ira de unas fuerzas incontrolables. La Naturaleza acabará ganando la partida cuando la Tierra se transforme en una esfera volcánica girando como bola de fuego, convirtiendo en lava el arte humano y también sus locuras, camino de ser reciclada para iniciar un nuevo Big Bang, seguramente con otra especie menos inteligente pero más sensata.

Concluyo con unas palabras que vienen bien en estos días de confusión, de mirar para otro lado, de hacernos los sordos o los desinformados, de enmudecer cuando la lengua debería hablar, de llenarse la boca de espacios y de convertir mentiras en verdades. Palabras inquietantes que fulminan con su luz galerías oscuras de nuestra comedia diaria. Son éstas: «La mente se impregna de la misma furia que ciega y abate los árboles; el pensamiento es ya medio tierra de desolación» (Guido Ceronetti en 'Los pensamientos del té').

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