Tartana

Con el primer parón cundió el mosqueo entre los viajeros, pero de ahí no pasó porque todavía funcionaba el aire acondicionado y la cafetería

José Ángel Marín

Lunes, 14 de julio 2025, 23:41

Era el AVE de las 18 horas que sale de Atocha camino de Sevilla. Nosotros –tía Gertrudis y yo- como buenos parias jienenses haríamos trasbordo ... en Córdoba. Fue el sábado y no era el tren de la bruja habitual; insisto, no era esa tartana que a los pelagatos jaeneros nos tiene reservada el ministro de Transporte, ese convoy antediluviano que tiene la costumbre de pararse a medio trayecto en mitad de la nada.

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Regresábamos tras consulta médica de la tita y, como un presagio, salimos con retraso de Atocha. Pasado Aranjuez ocurrió la primera detención. Luego hubo otra antes de Despeñaperros. En total casi dos horas de retardo en un tren que hasta hace poco era eficiente. Con el primer parón cundió el mosqueo entre los viajeros, pero de ahí no pasó porque todavía funcionaba el aire acondicionado y la cafetería. Con el tren plantado en mitad de un barbecho, tía Gertrudis y yo guardamos silencio oteando la campiña reseca que se extendía al otro lado de la ventanilla. Tras un buen rato y como aquello no se movía, ella empezó a mirarme de reojo, como si yo fuera capitoste de RENFE o un arrimado de ADIF. Así que como la tita no me quitaba de encima el rabillo del ojo, opté por darle conversación y dejé de divisar el horizonte. En cuanto abrí la boca, ella me espetó si era esa la puntualidad del AVE que desde siempre yo ponderaba frente a ese otro tren troglodita, ese cachivache viario con que obsequia a los jienenses ese ministro mostrenco que de mayor quiere ser jefe del gobierno, y para lo que el valido tuitero lleva tiempo haciendo méritos; aunque ahora el mamotreto está de baja maternal, aunque él no ha parido y ni es bedel de instituto, sino gerifalte político. (Imaginemos que Alcaraz no jugara Wimbledon porque su parienta hubiera alumbrado un crío, o que un astronauta abortara misión a Marte por lo mismo. Sí, para lo que le conviene, Puente, actúa como si fuera un funcionario que pone sellos de registro).

En fin, para distraer la espera comenté a la tita alguna cosa. Referí que esta semana sería movidita en política. Cosa rara, -dijo ella con retintín-. Pero puso oído al relato sobre la noticia estrella de estos días: el cupo catalán pactado con el separatismo.

No me lo creo, -soltó tía Gertrudis cargada de hartazgo-. Y añadió: ¿Todavía están con eso de la financiación singular de Cataluña en perjuicio del resto de territorios que conforman España? ¿Y, encima, con la que está cayendo?

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Pues me temo que sí –dije-. Por ahí van los tiros: Del concierto económico catalán, como ya tienen Navarra y País Vasco, que permite a sus instituciones establecer y regular su propio sistema tributario, en definitiva, un régimen fiscal más favorable en detrimento y agravio del resto de España. Pacto que, además y de rondón, pone los cimientos para un futuro Estado confederal mediante el blindaje de un sistema bilateral que premia a Cataluña con la recaudación y gestión del 100 % de los impuestos.

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