Ella, que ha hecho de su soltería bandera, va y me suelta una frase que se me antoja lapidaria. Ocurrió ayer en la sala de ... espera del ambulatorio. Les cuento: Resulta que días antes tía Gertrudis me puso un wasap diciendo que tenía que ir al médico, y como a sus ochenta y cinco primaveras la artrosis la traba más de la cuenta, me pidió que la acompañara. Lo hice gustoso, como haría un sobrino afectuoso que de vez en cuando saquea la alacena que atesora las ambrosías que ella elabora.
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La frase que comento fue esta: 'Cada vez estamos más conectados, pero más solos'. Al escuchársela me quedé perplejo, pero no del todo extrañado pues habitamos país tan sonrojante como cojonudo. La tita, al verme sorprendido, entornó las pestañas e hizo gesto mientras comenzaba a explicarse. Dijo que aquella misma mañana se desayunó con la noticia de que una mujer de aquí, tomando ejemplo de otra –al parecer hindú-, se había casado consigo misma. (Todo un alivio para la Seguridad Social de su país –dije yo-, si es que allí existe tal cobertura, pues mucho ahorrarán en pensiones de viudedad).
A lo que voy, sobrino –continuó tía Gertrudis-. Cuentan que estas bodas con uno mismo son moda planetaria, y el evento del que la española tomó ejemplo fue en el domicilio de la muchacha india y duró media hora. (Todo un alivio para los invitados –añadí yo-, no como aquí, que las bodas se han convertido en secuencia interminable de gilipolleces varias, incluyendo hasta un baile bastante bufo al que hacen corro los convidados). Calla –me espetó la tita-, y deja que te siga contando pues España también se apunta a esa conga de las 'soligamias'. No me extraña –apostillé-, siendo como somos territorio permeable a toda clase de excentricidades y horteradas.
Arraiga aquí la 'soligamia' cuando creíamos haber visto ya de todo: bigamia, matrimonios grupales, poligamias, poliginias (hombre casado con múltiples mujeres), y poliandrias (mujer casada con varios varones). También se contemplan bodas entre mascotas. Y los hay incluso -tan cariñosos ellos- que casan con su caniche, y le prometen amor eterno al chucho. Todo a ciencia y paciencia de una sociedad licuada, donde nada es sólido, que diría Muñoz Molina en su conocido libro.
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La apertura a planteamientos culturales propios de otras latitudes, sin atender a sus tradiciones y complejidad, es ejercicio que a muchos viene de perlas. Y este de la 'soligamia' evita mucha medicación a esos ególatras narcisistas que se apuntarán de mil amores a este curioso ceremonial. Sí, la 'soligamia' hace fortuna y casarse con uno mismo es tendencia. Cosas del empoderamiento. Aunque hay algunos críticos que consideran el 'automatrimonio' una manifestación de narcisismo, una teatralización de la intimidad que vende mucho en redes sociales, un alarde a medio camino entre la autoestima y la egolatría.
No estarás pensando –me interrumpió tía Gertrudis- en uno que se casaría consigo mismo si no fuera por Begoñísima.
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